Programa: La noche se mueve.
Director Edmundo García.
Fecha: 6 de marzo de 2008
EG: Edmundo García
JIR: José Ignacio Rasco
EG. En la noche de hoy voy a entrevistar a una de las personalidades que ha sido
testigo y partícipe de excepción en el proceso cubano, antes de 1959, durante y
posteriormente a lo largo de estos casi 50 años. Antes de hacer de comenzar, quiero
agradecer públicamente a la doctora Uva de Aragón haber ayudado a que se hiciera
posible esta entrevista por conseguir al invitado. Se trata de José Ignacio Rasco
profundamente vinculado desde toda su vida a los procesos o a las organizaciones o a las
tendencias de la democracia cristiana.
Buenas noches señor José Ignacio Rasco y gracias por acceder a estar en La noche se
mueve.
JIR. Muchas gracias Edmundo y encantado de estar aquí en este programa y
dispuesto al bombardeo de preguntas.
EG. Yo soy un hombre suave, yo no bombardeo, yo soy un hombre casi light,
descafeinado. Dicen mis amigos que soy hasta tímido.
JIR. Pues tienes una capacidad de disimulo muy grande.
EG. José Ignacio, ¿qué debe hacerse ahora, que están pasando una serie de sucesos en
Cuba? O sea, para usted, ¿se debe reinterpretar la relación que debe tener la comunidad
cubana y las organizaciones políticas de esta comunidad con respecto a Cuba, en medio
del proceso que se está dando en nuestro país en estos meses?
JIR. Yo creo que sí, que hay que aprovechar las circunstancias de este cambio, que no
será el cambio ideal para nosotros, pero en tanto en cuanto se permita una posibilidad de
entrada para negociar y dialogar honestamente, limpiamente a una nueva política hacia
Cuba, me parece que hay que salir del embargo, no solamente mercantil, no solamente de
negocios sino del embargo de la comunicación, del habla.
EG. ¿Usted me está diciendo que es un hombre a favor del diálogo?
JIR. Yo estoy a favor del diálogo evidentemente…
EG. Y usted es un hombre en contra de las medidas de Bush, por la recomendación
de Lincoln y Mario Díaz Balart, de Ileana…
JIR. Yo estoy en contra del embargo. Lo he dicho en muchas ocasiones, al contrario
me parece que es un favor que se le ha hecho a Castro durante mucho tiempo, al aislarlo
al permitirle tener una cierta comodidad, para que no lo molesten. Pero yo creo que lo
inteligente sería, en beneficio del pueblo cubano, sobre todo, que pudiera contar con
todos los elementos necesarios para el desarrollo, para la nutrición, etc. No sé, me parece
que el embargo ha sido la mejor arma de propaganda que ha tenido el señor Castro, en el
mundo entero. Porque se presenta entonces como el pobrecito, humillado por los
norteamericanos, abusado, apaleado…
EG. ¿Y de las restricciones familiares, que repito con Ileana, Mario y Lincoln, el
CLC, estas organizaciones que representan para muchos lo que es la derecha o la extrema
derecha cubana? ¿Qué piensa usted, de esas restricciones de los viajes de la familia?
JIR. Pienso que ese es otro error grande, que forma parte de la idea del embargo
mismo. Creo que hay que abrir cauces, abrir puentes, abrir túneles, lo que sea porque
incluso hasta para conspirar, si usted quiere derribar… Es estúpido completamente que
usted no pueda hablar de oído a oído con los que estén dispuestos a esa tarea. En todos
sentidos, el aislamiento, el bloqueo, como tú quieras llamarle, es el mejor beneficio que
ha logrado Castro. Y por eso él no lo quita.
EG. ¿Qué me dice usted, qué lectura hace si existe alguna racionalidad? ¿Porqué
usted cree que los llamados líderes políticos y vuelvo a los congresistas
cubanoamericanos, sobre todo al CLC, Unidad Cubana? ¿Porqué estas personas abogan
por sostener este tipo de política si les ha fracasado por medio siglo?
JIR. No quisiera mencionar nombres para no caer en la cosa personalista, pero en
general, yo sostengo la tesis de que el cubano es magnífico profesional, es magnífico
industrial, es magnífico comerciante, es magnífico profesional en abogacía… Pero como
político hemos sido un desastre siempre, yo creo que hay subdesarrollo político
extraordinario en el caso cubano. Es una pena, una vergüenza, pero esa es la realidad. Y
por eso hemos tenido esta situación que va para 50 años, porque se ha suspendido toda
inteligencia política para el diálogo.
EG. Usted fue testigo de una época en que las organizaciones, los llamados grupos
políticos del exilio, aunque recibían ayuda de Estados Unidos, eran capaces de movilizar
sus recursos, que entonces eran menos. Sin embargo, lo que se ve hoy día es que
fundamentalmente no hay una recaudación de fondos en donde participan con su aporte
los cubanoamericanos, sino el conseguir dinero federal, para que esas organizaciones
políticas canalicen y utilicen dinero. ¿Qué opinión le merecen a usted las organizaciones
políticas que en Miami sostienen su guerra contra el gobierno cubano, con dinero federal
de los Estados Unidos?
JIR. Yo te diría lo siguiente: el aspecto cubano, el problema cubano tiene mucho de
internacional, durante muchos años, Rusia y otros países han estado ayudando
económicamente a Cuba y ahora Venezuela en estos momentos. O sea, que aquí hay una
corriente económica que favorece mucho al régimen y hasta ahora ha habido también al
principio, un poco de contribución económica, para la guerra de Bahía de Cochinos, que
fue un fracaso, como todos sabemos y actualmente algunas organizaciones recibe algún
dinero. A mí no me importa…
EG. Perdón, José Ignacio, algunas no: 47 millones federales se acaban de aprobar,
para repartir en Miami y no para La Habana.
JIR. No creo que sea mucho.
EG. ¿Usted está a favor de esas mesadas, de ese tipo de política…?
JIR. No, yo no estoy ni a favor, ni en contra. Lo que digo es que si eso se utiliza de
verdad para lo que se dice… Pero aquí el problema es que están viviendo muchos aquí en
Miami sin hacer nada útil para Cuba a costa del dinero. Es un botellerio.
EG. Entonces, ¿usted cree que aquí hay un pre acondicionamiento que lo único para
lo que sirve es para mantener una industria anticastrista? ¿El anticastrismo es una
industria?
JIR. Creo que no. Si lo miras desde ese aspecto, puede ser que para algunos sea una
industria…
EG. Digo para los que reciben dinero federal.
JIR. Para la guerra, Napoleón decía, que hacen falta tres cosas, dinero, dinero y más
dinero.
EG. Pero el dinero norteamericano legitimiza, porque supuestamente ese dinero va
destinado a la oposición, y nos enteramos después que esa llamada oposición que es
financiada por ese dinero, también se quejan de que no reciben. ¿Usted cree que ese
dinero federal norteamericano de cara a la oposición interna en Cuba legitimiza o
desligitimiza a la oposición?
JIR. No, yo creo que aquí hay una legitimización, independientemente de cualquier
factor económico, porque esa es una explicación que tal vez resulta un poco marxista. Es
decir, yo creo que hay un derecho a recuperar la patria que perdimos y a instaurar los
sistemas políticos democráticos que nosotros queremos.
EG. Aunque sea con dinero norteamericano.
JIR. Aunque sea con dinero francés, italiano, etc. ¿Porqué si ellos han recibido dinero
de muchas partes del mundo, por qué nosotros no vamos a recibir dinero? Ellos se cogen
todo el dinero del pueblo de Cuba.
EG. ¿A usted le parece lo mismo un acuerdo de gobierno a gobierno que un acuerdo
que trata de subvertir o de cambiar o de hacer implosionar el orden en otro país? ¿Tendría
la misma correlación?
JIR. No. Creo que en este caso si hay algún desorden para provocar desorden en otro
país, también Castro lo ha hecho. A mi juicio esta es una pelea a tablas en este sentido.
Ya sabemos que en toda América Latina, a principio del año 59, con las primeras
invasiones a Panamá y otros lugares, yo vi eso y viví eso perfectamente. Había un plan
imperialista por parte de Castro también, y ayudado entonces por la Unión Soviética.
EG. ¿Usted apoya las reformas actuales que se están llevando en Cuba, las que se
están anunciando o las que se comenzarán a implementar?
JIR. Todo lo que sea reformar, si de verdad son nobles, son decentes o son morales y
éticas yo las apruebo plenamente. Me parece que hay que mejorar y cambiar las
condiciones del pueblo sufrido cubano.
EG. ¿Usted considera al gobierno de Raúl Castro como un gobierno legítimo?
JIR. El problema de la legitimidad es discutible a estas alturas. Es un fact, es un
hecho que está ahí. No podemos fabricar un gobierno artificial en ese sentido, para
entonces nosotros tratar con él, porque si no seríamos los dueños del terreno.
EG. En Miami todos los días dicen: No aceptamos, no aprobamos, no vamos a
tolerar, como si realmente se pudiera ocultar la realidad.
JIR. Seguirán así hasta la tumba.
EG. ¿A qué usted cree que responde esto a tozudez, a fanatismo o a intereses
personales?
JIR. A fanatismo, en algunos casos a intereses personales. Las causas son variadas,
pero existen.
EG. Usted fue muy amigo de Fidel Castro, tiene incluso unos meses más que Fidel
Castro. Los 81 años que usted tiene le permiten hablar ya más allá del bien y del mal.
JIR. Totalmente. Yo creo que sí.
EG. ¿Qué significa para usted haber sido amigo de Fidel Castro?
JIR. Tuve la oportunidad de conocerlo cuando nadie lo conocía, y en cierto modo
fuimos compañeros bien llevados durante algún tiempo. Eramos compañeros
repasábamos, estudiábamos juntos, teníamos un grupo de formación política que se
llamaba Convidio, con un profesor del Colegio de Belén, el padre Alberto de Castro, que
influyó mucho en el pensamiento del señor Fidel Castro. Y además en deportes también
coincidimos varias veces.
EG. ¿Es cierto que ustedes tuvieron mucha rivalidad en deportes?
JIR. Sobre todo en lo que se llama track. El me ganaba siempre en distancias largas,
me ganaba en salto alto, pero yo le ganaba en garrocha. Es decir, salto de pértiga, como le
dicen los españoles. Nos burlábamos recíprocamente, pero tuvimos mucha camaradería
siempre, fuimos amigos, él era pupilo, yo era externo. El iba a mi casa algunas veces de
visita y una vez se pasó 3 días en mi casa, trabajando en su primer discurso para la
Universidad de La Habana, en la escalinata, un 27 de noviembre.
EG. ¿Para usted qué significa hoy, a la vuelta de 81 años, en la historia de Cuba,
Fidel Castro?
JIR. Yo creo que es un hombre excepcional, no se puede desconocer, gústene o no
nos guste, tenga veinte mil maromas o defectos, como usted quiera verlo, pero es un
hombre fuera de serie. Ningún cubano ha llegado a ser tan conocido y reconocido en el
mundo entero como el señor Castro. De modo que aunque no nos guste, eso en un fact,
un hecho que está ahí. Tiene talento, tiene imaginación creadora, tiene una tenacidad, que
no es cubana, porque es gallega, a mi juicio.
EG. Casi como Ignacio de Loyola. Hay quienes dicen que Fidel Castro es más jesuita
que marxista.
JIR. Sí, yo no lo diría así, pero efectivamente los principios ignacianos influyeron
mucho en su pensamiento en una época y después mezcló todo eso en una batidora con el
marxismo-leninismo que él tiene también y quizá éste es el resultado. No se puede negar
la influencia de la educación jesuita. Pero para mí es mucho más marxista, aunque la
gente no lo cree, que jesuita.
EG. ¿Qué piensa usted, aunque han pasado casi 50 años? ¿Reconoce usted logros en
la revolución cubana.
JIR. Creo que ha habido algunos logros evidentemente, pero el problema es ¿a qué
precio? Yo no sé si esos logros, se podían haber conseguido por una vía más democrática,
por una vía más decente, más liviana, sin necesidad de que haya un millón o dos millones
de cubanos fuera. Yo no hubiera querido salir nunca de Cuba, en ningún momento,
porque nunca pensé trabajar en el extranjero. Para mí Cuba era lo más grande que había.
EG. ¿Por qué se fue?
JIR. Porque efectivamente Fidel me empezó a perseguir, cuando yo fundé el Partido
Demócrata Cristiano de Cuba. Entonces dijo que eso no podía ser, que el momento
revolucionario y que la revolución no podía permitir otro partido que el partido oficial del
gobierno, era el 26 de julio.
EG. ¿Eso se lo dijo a usted personalmente?
JIR. Así personalmente me lo dijo.
EG. ¿Y usted que le respondió?
JIR. Me dijo: Aténte a las consecuencias.
EG. ¿Y usted se fue?
JIR. No, no me fui entonces, seguí trabajando hasta que llegó un momento ya en un
programa Ante la Prensa, en que estaba invitado, le eché tanto al gobierno que me
mandaron a prender. Y pude escaparme, gracias a Dios, por la Embajada de Ecuador.
EG. ¿Cuál fue su relación con la invasión de Bahía de Cochinos?
JIR. Fui uno de los fundadores del grupo que se llamó Frente Revolucionario
Democrático, que fue la primera organización no batistiana que se hizo en el exilio, y que
estaba formada por Tony Varona, Aureliano Sánchez Arango, Justo Carrillo, Manolo
Artime y un servidor. Eramos cinco grupos que estábamos en contra del gobierno de
Castro, pero que queríamos la democracia para Cuba, por supuesto. Ese fue el
planteamiento nuestro. Después el Consejo se acrecentó cuando Miró Cardona vino y se
formó entonces una organización más grande, y en ese momento fue cuando ocurrió la
invasión de Playa Girón, que fue muy mal planeada. Pienso que a lo mejor algunos la
planearon así a propósito, para que fracasará, dada las tensiones que había en la Casa
Blanca y demás, y la gente más joven del Frente Revolucionario Democrático pedimos
una entrevista con los norteamericanos, y le criticamos lo que se iba a realizar, porque no
te informaban qué barcos se iban a usar, qué aviones iban a haber, cuánta gente podía
trajinar con nosotros en este brete, etc, etc, etc. Todo era un secreteo inmundo.
EG. Usted me recuerda la palabra brete, y usted de alguna manera en su concepción y
en la revisión de su vida y de su historia ¿considera legítima la invasión de Bahía de
Cochinos?
JIR. En aquel momento era una reacción de defensa. Nos habían botado y queríamos
volver.
EG. Pero, el hecho de estar totalmente financiados, dirigidos, reclutados, mandados
por el gobierno norteamericano, ¿le da legitimidad a la acción?
JIR. Es que estábamos peleando contra Rusia también. Porque Rusia ayudó mucho
más a Cuba que los norteamericanos a nosotros
EG. Hay quien dice que a Fidel, Estados Unidos no le dejó otra posibilidad que
buscar un aliado a cinco mil millas, porque de lo contrario, Estados Unidos, hubiese
aplastado a la revolución. Que no le quedó otra salida política que buscar un aliado a
5,550 millas.
JIR. Yo creo que fue al revés. Creo que él se basó primero en la posibilidad de ayuda
rusa, para entonces hacer la política que ya conocemos, ¿no?
EG. ¿Cuándo usted cronológicamente, y esto lo hacen algunos historiadores
norteamericanos, revisa los procesos de radicalización de la revolución cubana, usted
puede encontrar que las medidas que aplica el gobierno revolucionario están antecedidas
por medidas de presión del gobierno estadounidense. O sea ante cada medida de presión
del gobierno cubano ha habido una medida de fuerza del gobierno norteamericano?
JIR. Esa opinión no la comparto. Yo creo que Fidel tenía esa intención desde el
principio. Mire, la primera vez que yo vi a Fidel después que bajó de la Sierra Maestra
fue en Santa Clara, porque yo era periodista y trabajaba en el periódico Información,
Entonces el periódico Información estaba muy preocupado con la situación por las cosas
que yo les había contado del señor Castro. Y me dijeron tú que eres amigo de él todavía y
que puedes traer una información de primera mano, ¿porqué no te vas? Entonces yo les
dije, yo voy a ir, pero quiero que venga conmigo un periodista muy brillante español,
que había sido comunista en sus años mozos en España y conocía mucho el material con
quien íbamos a tratar. Llegamos y Fidel Castro en el gobierno provincial de Santa Clara,
el día 5 o 6 de enero de 1959, antes de llegar a La Habana, incluso mandó un saludo al
pueblo de La Habana, a través de Rasco y de Allosa. Hablamos como una hora. Lo
primero que me largó fue: Chico toda esa porquería que estudiamos en Belén no nos sirve
para nada. Así partió la conversación, porque la verdad que los curas, no sé qué… Y no
hay como el marxismo, tú sabes porque hemos hablado otras veces, no hay como el
marxismo para hacer una revolución y lo que hace falta en Cuba es una revolución.
Bueno Fidel, también hay muchos católicos, que han trabajado en contra de Batista.
Nosotros estábamos en el movimiento de Liberación contra Batista, Liberación Radical.
Si, pero esos eran unos poquitos, me dice él. La verdad es que aquí los que aquí más han
trabajado son los comunistas. Eso me lo dijo a mí el 6 de enero en Santa Clara. Después
me invitó: Ven conmigo a Cienfuegos. Y tuvimos un mitin como a las 3 de la mañana en
Cienfuegos, cosa típica de Fidel, con el frío más grande que yo he sentido en Cuba. Ahí
empezó a desbarrar contra los americanos, que en aquel momento estaban locos por
ayudarlo. Esa es la pura verdad.
EG. José Ignacio, no me concretó cuál fue su trabajo en Bahía de Cochinos, la suya
personalmente.
JIR. Cuando nosotros estábamos planeando la cosa, nos dimos cuenta que aquello era
una tomadura de pelo. Entonces fuimos a ver Mr. Bender, que era el que se encargaba de
toda aquella cosa. Le pedimos una entrevista y no las concedió, y tres o cuatro de la gente
joven del frente, no de los viejos, le dijimos que esto era absurdo, que era una
bravuconada americana, que no tenía sentido… La cosa se puso tan violenta que hasta
malas palabras de parte y parte hubo, y terminamos porque dijo: Pueden retirarse de aquí.
Y yo, que había embarcado a mucha gente para Guatemala, porque eran miembros del
Partido Demócrata Cristiano, que yo presidía, no podía quedarme con los brazos
cruzados, mandando gente a matarse, como tristemente pasó. Entonces, ¿qué hicimos?
Con un barco, que nos regaló el señor Pepín Bosch por cierto, fuimos por la costa norte
en una aventura expedicionaria, con tres barcos más que consiguieron de otros
movimientos, pero ese fue el bote del Partido Demócrata. Casi nos matan, porque hubo
una mala noche, con las olas encrespadas…
EG. ¿Quiénes casi los matan fue el mal tiempo o las tropas guardafronteras.
JIR. No, los tiros. Nos estaban disparando.
EG. ¿Usted se batió allí?
JIR. Porque en el barco nuestro iba un espía del señor Castro. Y Castro dijo: Ah, ahí
viene Rasquito también.
EG. Dígame cómo ha sido su vida en Miami. Perdón, usted me dijo ahorita, que era la
primera organización no batistiana del exilio. El exilio comienza con los secuaces o los
herederos o los familiares o los acólitos de Fulgencio Batista…
JIR. La rosa blanca.
EG. Pero después llega una gran masa no batistiana, A lo largo de los años, esa
pequeña minoría batistiana ha retomado el poder político de esta comunidad. ¿Cómo
usted explica eso?
JIR. Yo no diría tanto. Me parece un poquito exagerado eso. Batistianos ya habían
muy pocos en Cuba y menos en el exilio. Pero si, hay algunos de origen batistiano, que
ellos no lo niegan además, Pero gente que vinieron, como la niña Rosa, no era nada
batistiana. Y además era muy niña cuando vino para acá. El padre tampoco, porque el
padre formaba parte del movimiento.
EG. Los herederos de Batista en el poder político de Miami, la gerencia e incluso los
métodos de la época de Batista, tratados de aplicar y a veces se lograron aplicar en
Miami.
JIR. Bueno, sí. Hubo gangsterismo, evidentemente. Como en la época de Batista. Y
hubo el tiro por la espalda y todo eso. Y fue muy desagradable. La contrarreforma, la
contrarrevolución digamos. Sí, sí. No hay duda, porque los batistianos no se quedaron en
Cuba tampoco, vinieron para acá. Hubo pugnas y luchas entre nosotros mismos aquí en
Miami, mucha gente que le tiraba con el rayo al Frente y al Consejo por eso mismo.
EG. ¿Cómo ha sido su vida en Miami, Rasco?
JIR. Muy variada. Yo empecé aquí fregando platos como mucha gente y sirviendo en
algunos restaurantes y ese tipo de cosas. Después conseguí una beca de la OEA, para
estudiar problemas económicos, algo que yo había empezado en Cuba, de integración
regional. Lo cual me sirvió para que años más tarde pudiera trabajar en el Banco
Interamericano de Desarrollo en Washington, donde estuve por 10 años. Y después me
reintegré de nuevo a la actividad política, que nunca abandoné porque Washington era
también un buen lugar para visitar las embajadas y los amigos que había por allá, gente
valiosa políticamente. Pero ha sido una vida nada fácil y además yo nunca pensé que iba
a tener que vivir fuera de mi querida Cuba. Este país tiene sus virtudes y sus defectos, por
supuesto, pero no es el muestro, no es el nuestro.
EG. ¿Tiene nostalgia por Cuba?
JIR. Mucha nostalgia…
EG. ¿Quisiera ir?
JIR. En la primera oportunidad que tenga voy a Cuba.
EG. ¿Usted quisiera ir a Cuba?
JIR. Me encantaría ir a Cuba…
EG. Usted iría a Cuba pasado mañana, en un mes, en dos meses.
JIR. Si me dan facilidades, yo voy.
EG. ¿Qué cosa son facilidades?
JIR. Que no me vayan a prender, porque yo estoy amenazado, si piso tierra cubana.
EG. Y si el gobierno cubano le comunica que esa causa caducó.
JIR. Pues magnífico.
EG. ¿Iría a Cuba?
JIR. Trataría de ir a negociar algo, a dialogar con la gente.
EG. Habría que ver si quieren dialogar, si están en esa disposición. ¿Usted iría
simplemente en una visita personal al país del cual tiene nostalgia?
JIR. ¿A pasear? Pudiera ser que también fuera. Pero yo iría en plan político, más que
nada. Porque es lo me interesa.
EG. Si a usted no le dan la posibilidad de ir en plan político. ¿Usted todavía iría a ver
a su país?
JIR. Yo creo que sí, que antes de morirme yo quisiera volver a Cuba.
EG. ¿Ya?
JIR. Estoy dispuesto ya.
EG. ¿Aún aunque no fuese a negociar?
JIR. Si no fuese a negociar, si me dan ciertas garantías.
EG. La garantía sería que a usted no lo van a meter preso.
JIR. Vamos a ver. Cuando llegue, lo pensaremos.
EG. ¿Pero esa pudiera ser la garantía?
JIR. Por supuesto que sí.
EG. Dígame Rasco, ¿alguna vez en este periplo, usted fue miembro de la Agencia
Central de Inteligencia de los Estados Unidos?
JIR. Nunca trabajé con la Agencia Central de Inteligencia. Aunque sí, y todo el
mundo lo sabe, que la Agencia, le dio dinero al Frente Revolucionario Democrático y al
Consejo. No se puede negar y la fórmula entonces era a través de la Agencia. Hoy día,
hay otros mecanismos distintos. Pero sí. Yo creo que los americanos se sienten culpables
con todas las estupideces que han hecho en Cuba. Creo, que en cierto modo hay un
remordimiento que los lleva a ser a veces un poco generosos con los cubanos luchadores.
EG. ¿Para usted, que es un cubano luchador?
JIR. Un cubano luchador es un tipo que quiere la democracia de verdad para Cuba y
que está dispuesto a utilizar los métodos a su alcance para imponer o exponer esa
democracia en Cuba.
EG. ¿Luis Posada Carriles, sería un cubano luchador?
JIR. El ha luchado a su manera y yo no comparto muchas de las cosas que él ha
hecho. Pero que es un luchador, sí es un luchador.
EG. ¿A usted le parece bien lo que ha hecho Luis Posada Carriles. Lo que él ha
declarado. Lo que él ha reconocido públicamente que ha hecho?
JIR. Hay cosas que yo no justifico, hágala quién las haga. Ya sea Posada Carriles o
José Martí incluso. Porque las acciones dependen mucho de las circunstancias y
dependen mucho de la ética. No se puede presumir.
EG. ¿Qué opinión tiene usted de la voladura del avión de Cubana de Aviación. La
voladura del avión en Barbados en el año 76.
JIR. A mí me pareció una barbaridad.
EG. ¿Y las bombas en los hoteles de La Habana y la muerte de civiles?
JIR. Igual me pareció. Como me ha parecido una barbaridad los fusilamientos en los
paredones, y los encarcelamientos frente a los derechos humanos. Sobre todo la gente que
están presos todavía. Eso es increíble, y que no haya libertad ni de expresión, ni de
partidos políticos, ni de nada en Cuba. Eso es absurdo. Eso es imperdonable.
EG. Ahora mismo se están produciendo cambios en Cuba, ¿cómo ve usted los
cambios que se están produciendo en la comunidad cubanoamericana del sur de la
Florida?
JIR. Yo sí creo que aquí hay una mentalidad, aquí hay muchas mentalidades, como en
todo pueblo en definitiva. Hay gente muy de izquierda, de derecha, hay gente pacífica,
hay gente extremista, hay gente gangsteril. Aquí hay toda la gama, el ser humano es el
mismo de Adán y Eva para acá. Se parecen mucho en todas partes en todas las religiones,
en el mundo entero y en todas las épocas. Esa es la verdad.
EG ¿Y usted cree que este hecho de las restricciones a los cubanos, de poder tener
contacto entre ellos, que el poder político vigente ha implementado, pero que está
haciendo retado, puede ser un catalizador del cambio de dirigentes políticos de la
comunidad cubanoamericana?
JIR. Perdóname, la pregunta…
EG. ¿Cree usted que Raúl Martínez le puede ganar a Lincoln Díaz Balart? ¿Cree
usted que Joe García le puede ganar a Mario Díaz Balart, a partir de la agenda familiar?
JIR. Eso dependerá de la voluntad democrática en las urnas.
EG. ¿Cree usted, en la posición de los cubanoamericanos en estos temas, los ve
cercana a los Díaz Balart o cercana a los Raúl Martínez o a Joe García?
JIR. Yo creo que ninguno de los dos tiene la verdad absoluta, y que hay un término
medio a lo mejor. Puede servir de base y de guía, pero hablar generalidades es muy
peligroso. No me gusta eso.
EG. Aquí hay personas que han impuesto una agenda política con respecto a la
familia cubana. Hay otras personas que están retando esa agenda política sobre la base de
las restricciones. ¿Usted cree saludable una depuración?
JIR. Yo creo que aquí hay democracia, por lo menos. Cosa que en Cuba no puede
pasar.
EG. ¿Por quién usted votaría por quién aboga porque los cubanos no vean a su
familia, o por quién aboga porque los cubanos vean a su familia?
JIR. Yo soy partidario del reencuentro familiar completamente y de la reconciliación,
cómo no. Para mí es un punto fundamental, y lo he dicho en todas las tribunas posibles.
EG. Vamos a hablar de sus encuentros con Fidel Castro, posterior a su salida de
Cuba. Ha tenido encuentros que han sido cordiales y otros no tan cordiales. ¿Cuáles,
cómo y dónde han sido los encuentros cordiales de José Ignacio Rasco y Fidel Castro, a
partir que usted se va de Cuba?
JIR. Por ejemplo, en Brasil, estuvimos en dos ocasiones. Nos tropezamos de
casualidad casi. Una a la salida del elevador y él estuvo conmigo. Ese fue muy agradable
y además empezamos a …
EG. ¿Y cómo fue que se encontraron, porque no me diga usted, que está en un hotel y
se encuentra con el jefe de estado de Cuba? Mira caray quién viene por ahí. Fue un
encuentro coordinado.
JIR. No, estaba justamente… Fue de pura casualidad, él salía del
elevador y yo me encuentro con él ahí.
EG. José Ignacio, ¿usted no sabía que Fidel Castro estaba en ese hotel?
JIR. No, no era el hotel, era el centro de reuniones y yo estaba con algunos
periodistas y dio la casualidad que él bajaba y entonces me saludó, me puso la mano
sobre el hombro y me dijo:…
EG. ¿Lo reconoció enseguida?
JIR. Sí, enseguida…
EG. ¿Qué fue lo primero qué le dijo?
JIR. Me alegro de verte aquí ¿y has cambiado o eres el mismo de Madrid? Porque en
Madrid habíamos tenido una trifulca…
EG. Entonces, el primero no fue el de Brasil.
JIR. No, ese no fue el primero.
EG. Cuénteme cómo fue el de Brasil.
JIR. Después otro segundo encuentro. Mira ése sí fue cordial te diría. Estábamos en el
hotel donde él estaba, y eran como las 3 o las 4 de la mañana, una hora muy de Castro y
estaba la guardia de él allí con todos los jenízaros esperando la llegada del máximo
líder…
EG. ¿A quién usted le llama jenízaros, a la escolta personal de Fidel?
JIR. Sí.
EG. ¿Y por qué?
JIR. Es una expresión que yo tengo para ese tipo de gente.
EG. ¿Para los escoltas de los jefes de Estado? ¿O para los escoltas de Fidel
particularmente?
JIR. No quiero incriminar, como Lombroso, pero algunos de ellos tenían tipos de
criminales y alguno de ellos me amenazó a mí en más de una ocasión.
JIR. ¿Algún miembro de la escolta? ¿Usted violó la seguridad?
JIR. En Chile.
EG. ¿Usted violó el cordón de seguridad?
JIR. No. Déjame terminarte el cuento. Estaba Bernadette Pardo, la hija de Pardo
Llada, en una esquina. Eran las 3 y media o las 4 de la mañana y Fidel no había llegado.
Estaban esperando, porque ella quería hacerle una entrevista para su emisora. Yo estaba
al lado de ella, y me dijo: No te vayas Rasco, no me dejes sola. Y en eso entra Fidel. Yo
estaba en la columna de espaldas, y él no me vio. Entonces fue a saludar a Bernadette
Pardo. Le preguntó por su padre, cómo está el viejo. Ella empezó a tomar nota de unas
cuántas preguntas que le hizo, y de repente Fidel vira la cabeza y me ve, y me toca con el
dedo el ombligo y me dice: Conque tú estás aquí otra vez, no. Este es el brigadier. Era un
honor que había en el colegio, que yo me lo llevé, él se acordaba de eso. El brigadier, el
brigadier está aquí. ¿Y tú qué haces aquí? Le digo, Fidel, te traigo unos datos de un
escrito…
EG. Cuando usted habla con él siempre lo trata de Fidel.
JIR. Sí. Mira Fidel, ahí tenemos de la plataforma Democrática Cubana, que hemos
integrado las tres vertientes internacionales, la Internacional Demócrata Cristiana, la
Socialista y la Liberal. Sí, sí, cómo no lo voy a leer y ya te llamaré, te informo. Nunca me
llamó, ni nunca lo leyó seguramente. Pero ese fue un encuentro grato, con gran pasmo y
admiración de todos los guardias que estaban cuidándolo. Después me vinieron a hablar y
me decían: yo no sabía que tú tenías esa relación con Fidel. Bueno, lo cortés no quita lo
valiente. Pero la bronca más pesada fue la de España, cuando el Congreso de Sevilla,
celebrando un centenario más del descubrimiento de América. Todos los países habían
hecho un pabellón allí, Cuba tenía su pabellón y todavía no se había inaugurado. Pero yo
me entero que Fidel va a visitarlo antes de que lo inauguren. y a veces yo tengo la cara un
poquito dura, me colé…
EG. Esa era la primera, o sea que usted violó un cordón de seguridad…
JIR. Sí, es cierto.
EG. De ahí viene la expresión de que los guardias lo miraron con mala cara.
JIR. Yo creo que antes también. Yo pasé como si fuera un profesor, iba un grupo de
niños a cantarle…
EG. Y usted trató de pasar como un niño que iba a cantar.
JIR. No, como un profesor de los niños. Iban cuatro profesores y yo era el quinto,
recién autonombrado. Y cuando veo que Fidel está en el tercer piso, era un edificio
circular…
EG. ¿En qué año fue eso?
JIR. En el 92. Subo y me le paro a Fidel, a un metro o dos y tenía un círculo de
amigos de él, periodistas casi todos, gente de España y de Cuba y su gente de guardia, por
supuesto. Estaban los guardaespaldas, que algunos ya me conocían de otras veces.
Cuando yo veo a Fidel, él me mira y me dice, Rasco, ¿y qué tú haces aquí? Digo bueno
más o menos lo mismo que tú, porque quiero ver la exposición. Sí, sí, pero mira esta es
nuestra revolución, nuestra revolución. Se daba golpes de pecho. Ese día parecía un
bisabuelo cansado, no sé si por el viaje que había hecho tan largo. De pronto se fue, no
medio más palabras y se metió en el rellano de la escalera y yo lo miro y le digo: Fidel
hay que hacer elecciones…
EG. O sea, que usted empieza a arengar a Fidel, en medio de la feria.
JIR. No arengar, sino a pedirle…
EG. Sí, pero en una forma, en voz alta, creando una situación allí.
JIR. No me contestó, bajo la cabeza se dio golpes en el pecho y dijo: esta es mi
revolución. Tú te fuiste, tú te fuiste. Cuando baja que yo estaba en el balcón también y
estaba él ahí abajo, hablando con su gente y ahí yo confieso que se me salió el cubanazo
que todos llevamos dentro y empecé a gritar: ¡Porque hay que hacer una revolución
democrática y hay que ir a elecciones! ¡Acabar con las injusticias, respetar los derechos
humanos!, etc., etc., etc. Y ya Fidel se cansó: le dio un codazo a uno de los guardias de
seguridad y subieron como seis al tercer piso arriba de mí y me entraron a golpes, me
levantaron en andas…
EG. ¿Le dieron golpes físicos?
JIR. Golpes físicos que me partieron una costilla.
EG. ¿Hay récord público de eso?
JIR. Salí en todos los periódicos. Me salvó la guardia española. Aguanten, aguanten.
Pero usted no puede estar aquí tampoco. Usted no tiene invitación, éste es un acto
privado, no tiene ningún derecho a estar aquí, estamos con usted, algunos me pidieron el
autógrafo. Ahora por favor salga y cuando Fidel salga, usted desde la calle le puede
gritar.
EG. ¿Y usted salió y lo esperó en la calle, para después seguirse manifestando?
Perdóneme un momento Rasco, ¿cómo un hombre que ha sido golpeado con costillas
partidas y fracturas, puede salir caminando y esperar en la calle para continuar una acción
de ese tipo?
JIR. Espérate. Con mi ánimo, con mi espíritu, porque no existe otra palabra. Ahora,
resulta que el Partido Comunista mejor fue en Sevilla, porque tiene mucha disciplina y es
muy numeroso. E igual que habían como unos 20 cubanos que habíamos ido de Miami y
algunas mujeres que tenían presos a sus maridos, padres, etc., esperaron para hablar con
Fidel. Cuando sale Fidel los comuñangas que estaban allí, nos cayeron otra vez a golpes.
A mí me rompieron los espejuelos, me dieron un golpe en el pómulo, a mí y varios más
que estábamos allí. Aquello fue del diablo y a la señora de un médico muy conocido,
amigo nuestro, especialista en garganta, nariz y oídos, la cogieron por el cuello y por
poco la ahogan. Esa foto salió en toda España…
EG. Usted me dice que rompe el cordón de seguridad en la feria de Sevilla. Usted
comienza a gritarle a Fidel y que Fidel en lo que usted grita, hace un gesto que se
interpreta como una orden a su guardia de seguridad, que lo golpean, le fracturan una
costilla, lo cual provoca un dolor tremendo. Yo he tenido una fractura de costilla y ha
habido que llevarme inmediatamente al hospital y he estado en cama por meses.
JIR. Yo he tenido más suerte que tú.
EG. Le han hecho una fractura de costilla, le han dado una golpiza, hombres que son
especialistas en artes marciales. Aún así, usted ha podido salir caminando hacía la parte
de afuera y permanecer para formular su protesta.
JIR. Sí señor. Sí señor y no solamente eso…
EG. Cuando se escuche. No quiero poner en duda su palabra. Pero cuando se escucha,
está un poco fuerte, ¿no? Lograr con costillas partidas mantener una actitud y salir
caminando, después de una golpiza por miembros de una escolta, ¿no es un poco fuerte
seguir activo?
JIR. Bueno, pues seguí activo. Le digo nada más lo siguiente. Después que se enfrió
la procesión con Fidel y sus muchachos pimienta, yo me quedé al costado del edificio y
es la entrevista de prensa más grande que yo he hecho en mi vida. No te exagero, habían
como 300 periodistas allí…
EG. Después de la golpiza y de la fractura. Rasco, no pudiera ser que no fue una
golpiza tan grande o fue una golpiza grande.
JIR. Fue una golpiza, pero las ha habido peores, me partieron una costilla.
EG. ¿Y pudo seguir y dar entrevista de prensa y todo?
JIR. Pude seguir y dar entrevista de prensa, las más grande que he hecho en mi vida.
Y he hecho unas cuantas.
EG. Pues lo felicito, físicamente usted es un hombre…
JIR. Mandaron recortes de Alemania, de Suecia, de Noruega, de veinte lugares.
EG. Lo que me asombra es su capacidad física, la recuperación en instantes.
JIR. Alguna capacidad tenía en aquella época, ya no tanto.
EG. Hace 15 años tenía usted 66. Rasco volvamos a las relaciones de la comunidad
cubana. ¿Qué cree usted realmente que debe hacer esta comunidad en pos de Cuba?
JIR. Lo levantaron en andas, decían los periódicos españoles, para que veas ahí el
testimonio.
EG. Ahí pudiera haber una diferencia, y perdóneme porque yo respeto su edad y
respeto su palabra. Otra cosa es levantarlo en andas. Yo he visto a una guardia de
seguridad inmovilizar a alguien, sacarlo y sé la diferencia que puede haber entre eso y
entre una golpiza, una pateadura, un sólo golpe de un hombre de esos, saca de combate
no, saca de la era terrenal. O sea, manda al otro mundo a cualquiera, un sólo golpe.
JIR. No, no, necesariamente.
EG. Y una fractura de costilla, también es algo fuerte, no.
JIR. Yo me he partido las costillas muchas veces.
EG. Lo que me llama la atención. Se lo digo con todo respeto y hasta con admiración,
que después de un enfrentamiento con la escolta de Fidel, que incluyo fracturas, usted
pueda salir caminado del lugar y mantenerse y dar conferencia de prensa.
JIR. Sí señor.
EG. Me parece que tiene usted una gran capacidad física.
JIR. Gracias.
EG. Le decía Rasco, ¿qué posición deben tener los cubanos de ahora mismo como
comunidad respecto a Cuba? ¿Qué debemos hacer, o cómo debemos abocarnos?
JIR. Creo que hay que hay que estar un poco en el espíritu de reconciliación. Olvidar
muchas deudas recíprocas que tenemos de ambas partes. Pero exigir un mínimo de
condiciones para poder hacer una negociación digna. Y para ir una de las cosas primeras
son respeto a los derechos humanos. No hay derecho para que tengan encarcelados a
gente que la única cosa que han hecho es proclamar el derecho a sus derechos. Eso es
imperdonable realmente. Afortunadamente ya por razones de enfermedad han salido unos
cuantos, pero todavía quedan muchos. Eso tú lo sabes mejor que yo. Es una vergüenza.
EG. ¿Qué opinión tiene usted de las cadenas perpetuas y el encarcelamiento de los
cinco en Estados Unidos?
JIR. Por lo menos aquí hay un código penal. Yo no sé el grado de culpabilidad. Yo no
estudio el caso. Pero por lo menos no es arbitraria…
EG. Si usted mira cronológicamente ¿qué estaba pasando en Miami, o al menos que está
reconocido, usted puede encontrar que Posada Carriles, reconoce que él en esos años, en
que se produce la infiltración en Miami, él está financiando los bombardeos, reconoce de
su voz a Ann Louise Bardach, del New York Times, le dice, sí, él se jacta de estar
organizando ataques contra objetivos civiles en Cuba. Es el momento en que envían a la
Red Avispa, y caen presos los cinco. Los cinco están presos en condenas que son muy
discutidas y que muchos argumentan que aquí hay un carácter político y que Posada
Carriles está en la calle y el gobierno de Bush lo sabe, ¿cómo usted explica esa relación,
ese establecimiento de dualidades en esta dirección?
JIR. Como yo soy abogado…
EG. Por eso le pregunto, sobre este tema: porque usted es abogado.
JIR. Yo te digo que el derecho es muy maleable. A veces depende mucho de la
habilidad de los disertantes…
EG. ¿Está bien que Posada esté en la calle, y que los que trataron de intentar que
Posada no hiciera lo que logró hacer, ande suelto?
JIR. Si es culpable no. Yo no conozco el inside legal, ni judicial del caso de Posada.
EG. ¿Usted reconoce, usted recuerda las declaraciones de Posada a Ann Louise
Bardach, publicadas en el New York Times, donde dice que él sí organizó los atentados
dinamiteros contra objetivos civiles en La Habana?
JIR. Es posible. Estábamos en una guerra sucia en esa época, efectivamente…
EG. ¿En el año 97 había una guerra?
JIR. Sucia…
EG. ¿Dónde? ¿Cuál era la guerra sucia en el año 97, que se pone la bomba en el Hotel
Copacabana?
JIR. Que mataban a cualquiera fácilmente o lo fusilaban sin expediente ni nada. Yo
creo que ha habido abusos, como en toda contienda de una parte y de otra. Creo que hubo
extralimitaciones en todas partes.
EG. Rasco, déjeme preguntarle, había una pregunta que se me quedaba, ¿cómo
recuerda usted al Chino Esquivel?
JIR. Muy buena gente. Tengo el mejor concepto de él, un gran amigo nuestro. Me
alegro que me lo hayas preguntado.
EG. El Chino Esquivel fue a ver a Fidel varias veces.
JIR. Lo sé, lo sé. El me lo contó.
EG. ¿Y eso le movió a usted el deseo de regresar?
JIR. Y antes de eso también yo tenía el deseo de regresar.
EG. Rasco, yo creo, me da la impresión que un hombre como usted si realmente
quiere, al menos al principio, decide ir a Cuba, a visitar Cuba. A lo mismo que hizo Pardo
Llada, a lo mismo que hizo el Chino Esquivel. A lo mismo que dijo que le gustaría hacer
a Salvador Lew, a lo mismo que van algunos amigos suyos, que tienen una posición de
más compromiso con el proceso revolucionario cubano, pero otros que no la tienen. Yo
creo que si usted quiere realmente ver a Cuba otra vez, y va en una posición totalmente
legítima, sin exigir nada, solamente ver Cuba, estoy casi seguro y yo no sé, yo no puedo
hablar por el gobierno cubano, ni soy parte de él, ni tengo información privilegiada, pero
estoy casi seguro que usted podría ir a Cuba y que aquella causa que le hicieron en aquel
juicio está totalmente caduco.
JIR. Yo creo eso también.
EG. Y entonces, ¿le gustaría ir?
JIR. Me encantaría ir, aunque sufriría mucho seguro.
EG. ¿Y qué prefiere, sufrir esa emoción o dejarla de vivir?
JIR. Me gustaría sufrir la emoción.
EG. Sufrir esa emoción.
JIR. Pero es duro.
EG: ¿Qué piensa usted de la visita del cardenal Bertone?
JIR: A mi me parece interesante. Yo creo que la Iglesia Católica, por lo que es y
significa y representa, puede jugar un papel muy interesante en un acercamiento en la
reconciliación de los cubanos y en encausar una paz democrática en la isla.
EG: O sea, como aquí han estado satanizando la visita. Usted no está en esa posición.
JIR: No. Puede ser que haya una frase del cardenal que no me guste.
EG: ¿La visita le parece buena?
JIR: Yo creo que sí. Que es de alta política, de alta diplomacia, y que por supuesto,
muchas cosas no se pueden ni revelar.