Edmundo García
(www.latardesemueve.com)
Ese maestro que fue Francisco González Aruca describió mejor que nadie el proceso que convirtió a la extrema derecha de Miami de contrarrevolucionaria en anticubana, y de anti socialista en antipatriótica.
Los extremistas empezaron por rechazar la política del gobierno revolucionario y terminaron rechazando a Cuba. El desacuerdo con el proyecto de deporte masivo y amateur, los condujo al rechazo de los equipos y deportistas que competían en representación de Cuba; por lo que aparecían en las competencias apoyando a los rivales de los nuestros e incitando a la deserción a los atletas nacionales. Su desacuerdo con los dirigentes y la política cultural de la Revolución Cubana les condujo a quemar pinturas, romper discos y sabotear conciertos de los artistas cubanos. Su incomprensión de los alcances de la colaboración internacional y la política exterior cubana los llevó a colaborar con ejércitos enemigos, a delatar a sus compatriotas y hasta enfrentarlos en el campo de batalla. Querían derrocar un gobierno y para ello estuvieron de acuerdo con una potencia extranjera en hambrear a todo un pueblo; son los mismos que hoy dicen que quieren cambiar un “régimen” y en su objetivo no tienen escrúpulos para difamar y ofender a toda una nación.
Por suerte quedan hoy pocos representantes de ese exilio “histórico” antinacional y antipatriótico, y la emigración cubana se compone de nuevas fuerzas interesadas en normalizar la relación con su país de origen y también en la normalización de las relaciones de los gobiernos de los países donde residen y el gobierno cubano.
La necesidad de contar con una emigración nacional y patriótica se puso nuevamente en evidencia recientemente por un suceso acontecido en Estados Unidos. Me refiero a las declaraciones anti inmigrante, en particular anti inmigración mexicana, del candidato presidencial por el partido Republicano Donald Trump, el magnate de los medios de difusión y organizador de los conocidos concursos Miss Universo. Un personaje que en estos momentos tiene importantes inversiones en el condado Miami Dade, donde reside una importante comunidad de emigrantes cubanos.
El martes 16 de junio, al lanzar su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump expuso sus proyectos en materia migratoria y se mostró como un xenófobo. Al justificar sus posiciones sobre el reforzamiento de la frontera sur y compartir la idea de construir un enorme muro, Trump hizo afirmaciones injuriosas como que “México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas. Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores”, “haré que México lo pague” y “México no es nuestro amigo”. Trump trató de exacerbar sentimientos chovinistas contra la inmigración culpándola de los problemas económicos de Estados Unidos y alardeó de que nadie como él, que se mueve en el negocio de las inmobiliarias, sabe construir muros seguros.
Frente a esta postura desafiante mexicanos residentes en su país y mexicanos residentes en Estados Unidos reaccionaron como una sola fuerza; sintieron que el poderoso Trump los ofendía a todos como si fueran uno solo. El Secretario de Gobernación de México Miguel Ángel Osorio contestó desde el Distrito Federal que las declaraciones de Trump eran absurdas y destacó la importancia del aporte de la emigración mexicana tanto a la economía de Estados Unidos como a la de su propio país. Por su parte la cadena Univisión declaró que no televisaría el concurso de Miss Universo que patrocina Donald Trump, decisión que recibió el apoyo de artistas, presentadores y periodistas mexicanos residentes en tanto en México como en Estados Unidos.
No es la primera vez que vemos el apoyo que una emigración nacionalista le da a los suyos, oponiéndose a políticas y declaraciones que agreden a su propio país.
En los momentos más graves de la lucha anticomunista contra Polonia, cuando en Estados Unidos quiso bloquear la importación de jamón y otros productos de ese país, la emigración polaca dijo no. Cuando a propósito de los juegos de Beijing la antorcha olímpica pasó por San Francisco en abril del año 2008, los emigrantes chinos salieron masivamente de los sitios menos sospechados para proteger su paso.
Pero hay otro dato todavía más interesante. Cuando en febrero del 2011 el congresista Republicano por Florida Connie Mack propuso una medida de embargo económico contra Venezuela, pensando que con ello podía agradar a los grupos antichavistas de Miami y El Doral, los más patrióticos de esos mismos venezolanos se le enfrentaron diciendo que eran antichavistas pero que hasta ese punto no llegaban. Un artículo de Daniel Shoer Roth publicado el 14 de febrero de 2011 en El Nuevo Herald con el título de “Alarma en la comunidad venezolana por pedido de embargo” recogía declaraciones de ex diputados y cabecillas antichavistas del sur de la Florida como Pedro Mena y Alexis Ortiz, quienes en un comunicado expresaban: “Rechazamos de plano cualquier intento de establecer un bloqueo económico a Venezuela… Ese presunto bloqueo no es contra Chávez, sino contra la mayoría de venezolanos”.
Aunque algunos de esos venezolanos han involucionado a la reacción en la irracional campaña contra el gobierno de Nicolás Maduro, es decir, contra Venezuela, no puede obviarse ese matiz que los distancia de la demencial derecha anticubana de Miami, que desde hace más de 55 años trata de satisfacer sus ambiciones políticas perjudicando a los nacionales de su propio país.
La nueva emigración cubana tiene que estar unida para defender sus propios intereses de aquellos que sueñan con retrotraer la política de apertura del Presidente Obama hacia Cuba a la era de George W. Bush; de aquellos que quieren limitar los viajes, condicionar el intercambio cultural, reducir el envío de remesas, etc. También debemos estar alerta sobre la labor de zapa que realizan aquellos que reciben dinero de un gobierno extranjero para atentar contra Cuba y envenenar con sus mentiras la unidad de la emigración patriótica. Esa emigración sencilla y trabajadora que comprendió las sólidas bases de proyectos políticos verdaderamente serios y viables, como los que en sus respectivos momentos propusieron Martí y Fidel.