Edmundo García
El presente artículo debí enviarlo este viernes, pero ante el duelo general por la muerte de ese gran escritor que es García Márquez, el más grande desde Cervantes, decidí aplazarlo.
En todos los lugares del mundo se ha recordado y despedido a Gabo con admiración y cariño. En todos, menos en Miami. Hasta el postrer minuto de su vida y el primero de su muerte, la derecha cubanoamericana del sur de la Florida no ha dejado de calumniarle. No le perdonan lo mismo que no le perdonaron a Mandela: su amistad entrañable y leal con la Revolución Cubana y con Fidel.
Mi artículo sobre estas actitudes miserables lo dejo pendiente. Ahora paso a referirme al último episodio de corrupción de esos mismos delincuentes que no respetaron a Gabo, ni respetan las leyes de los Estados Unidos.
Después de reiterados silencios y resistencias, el actual alcalde de Hialeah Carlos Hernández, de origen cubano, terminó aceptando ante un gran jurado en una corte federal del sur de la Florida que recibió dinero con intereses de usura del joyero Luis Felipe Pérez, alias Felipito, quien cumple condena de 10 años por fraude.
“Usurero” quiere decir aquí “garrotero”; de la peor clase, porque además de la fuerza para hacerse pagar, apela al chantaje asociado a la política. Que nadie piense que la expresión “mafia de Miami” para referirse a este sector es una metáfora. Es una verdad y de las más exactas.
Lo que ha sucedido con el comportamiento político de un grupo de alcaldes cubanoamericanos de Miami, que ahora toca en particular al actual alcalde de Hialeah Carlos Hernández, es un hecho suficientemente escandaloso como para que el Gobernador Rick Scott o el Fiscal del distrito del sur de la Florida Willy Ferrer empiecen a tomar cartas en el asunto.
Muchas personas en Miami se preguntan: ¿por qué a pesar de que Carlos Hernández reconoció haber recibido pagos indebidos podría salvarse de ser juzgado? A partir de investigaciones y averiguaciones que he estado haciendo, parece que el alcalde Hernández recibió inmunidad al hacer esa declaración como testigo del gobierno federal contra el anterior alcalde Julio Robaina, también de origen cubano.
A la fiscalía no le interesa tanto Hernández como ganar el caso contra Robaina. No obstante, la falta que aquel cometió se considera una felonía en segundo grado, por lo cual pudiera recibir hasta 5 años por cada cargo.
Ante la falta de claridad el programa La Tarde se Mueve (LTSM) del pasado jueves ofreció el teléfono de la fiscalía para que se exigiera esa información; para que dijeran si habían dado inmunidad al alcalde Hernández o no.
Creo que pedir información es saludable. Si hay un pacto con Hernández, pues entonces que se explique. Porque se trata de un oficial electo y resulta escandaloso desde el punto de vista político y moral.
Mi opinión, y la de otras personas que siguen este proceso, es que lo más conveniente para Hialeah es que Carlos Hernández deje de ser alcalde. Como se sabe que es de baja catadura y no va renunciar para no perder poder y prebendas, estaría bien que un grupo de vecinos de Hialeah ponga una demanda para que salga del gobierno de la ciudad. Aunque ahora haya reconocido su delito, Hernández mintió al respecto en las anteriores elecciones que lo llevaron al cargo negando que hubiera recibido dinero. Le mintió a sus electores y a la prensa.
Una comunidad de personas humildes y trabajadoras como la que reside en Hialeah, no se merece un alcalde como Hernández; que sería el tercer alcalde-delincuente-cubano en línea, luego de que fuera encausado el alcalde de origen cubano Manny Maroño, de la municipalidad de Sweetwater en el Condado Miami Dade; y después Julio Robaina.
Sobre el caso del ex alcalde Manuel Lázaro Maroño, más conocido como “Manny”, ya tuve la oportunidad de compartir con los lectores el artículo “La hipocresía y el doble rasero de la justicia en los EE.UU.”, publicado el 18 de noviembre del pasado año. (/archives/1628) Y también he podido escribirles anteriormente sobre los desatinos del alcalde Hernández en Hialeah, al relacionar el nombre de una de sus calles a un culpable de narcotráfico, o entregar las llaves de la ciudad al terrorista Luis Clemente Posada Carriles. (/archives/1268). Una decisión que si no fuera una farsa, podría haber llenado de almacenes de explosivos a “la ciudad que progresa”, por aquello de “si hace falta”. No debe olvidarse que recientemente Posada Carriles y su grupo alardearon públicamente de que aunque no eran violentos en el “Pacífico”, eso no impedía que sí lo fueran en el “Atlántico”.
Quiero terminar compartiendo con los lectores algo que tiene que ver con la trabajosa realidad de la existencia de un programa radial alternativo en Miami como La Tarde se Mueve. Lo he dejado para el final porque tampoco deseo descentrarme de la raíz legal y moral de la corrupción miamense con algo que me implica como persona y como periodista. En el contexto de una reunión del ayuntamiento de Hialeah, Julio Robaina utilizó su posición de alcalde (además de para establecer la “tradición” de homenajear a Posada Carriles) para actuar contra La Tarde se Mueve.
Hizo allí un evento para facilitar que el batistiano Roberto Martín Pérez, marido de Ninoska Lucrecia Pérez Castellón, coincidiera con un grupo de empresarios que se anunciaban en La Tarde se Mueve, como es el caso de Serafín Blanco (dueño de las tiendas “Ño, que barato”) para intimidarlos y exigirles que quitaran sus anuncios. Catorce anuncios de la Tarde se Mueve fueron retirados bajo amenazas a sus dueños de cerrarles negocios y sabotearles la clientela.
Si además de Manny Maroño y Julio Robaina la fiscalía decide encausar a Carlos Hernández, Miami podría tener el record de tres alcaldes presos por delitos cometidos mientras ejercían sus cargos. Si siguen juzgando y encerrando a este tipo de personas, habrá una razón adicional para que de ningún modo puedan regresar a Cuba.