Entrevista a Alberto Coll

Posted: 10th September 2008 by ltsm in Entrevistas

Entrevista a Alberto Coll
Programa: La Noche se Mueve
Director Edmundo García.
Fecha: 10 de septiembre de 2008.
EG: Edmundo García.
AC: Alberto Coll.

EG: Amigos, muy buenas noches, les saluda Edmundo García, hoy miércoles 10 de
septiembre del año 2008. Un programa alternativo, un programa independiente, en la
1210 AM., de lunes a viernes, entre 9 y 10 de la noche. Hoy es un programa esperado,
anunciado desde el día de ayer, y que será una entrevista con un protagonista de la
comunidad cubanoamericana, de la comunidad hispana de nuestro tiempo, una entrevista
que será lo más extensiva posible, dentro de los matices de esta persona. Me acompaña el
señor Alberto Coll, ex subsecretario de Defensa de los Estados Unidos. Buenas noches,
muchas gracias por acceder a esta entrevista, señor Alberto Coll.
AC: Buenas noches Edmundo. Es un gran gusto para mi estar con usted y con todos
los oyentes de su programa.
EG: Señor Alberto Coll, yo he tenido con usted una sola conversación. Amigos
comunes lograron la logística para la entrevista, y esa conversación duró apenas unos
segundos. En esos segundos usted me transmitió una gran seguridad como persona. O
sea, ni me preguntó qué le iba a preguntar y a todo respondió muy rápido que sí. Eso
demuestra que usted es un hombre como que está templado por la vida, en el sentido de
que el haber sido figura pública y el haber enfrentado la vida y el haber triunfado lo
convierte en alguien muy seguro de sí mismo. Sin embargo, en uno de los correos
electrónicos usted pregunta en qué emisora se transmitiría el programa, para decírselo a
su mamá, y eso me pareció muy tierno. Sobre todo en alguien tan fogueado por la vida.
Así que entonces, me imagino, que su mamá, aquí en Miami, está escuchando ahora el
programa.
AC: Por supuesto, así como todas las amistades y seres queridos, personas de la
familia, a los cuales ella les ha informado. Mi mamá es una figura central en mi vida. Una
persona a la que quiero inmensamente y ella está escuchando en estos momentos.
EG: Aproveche esa parte latino-hispana y aunque algunos dicen que eso es un poco
kitsch. Salude a su mamá por radio.
AC: Un beso bien grande para mami.
EG: Alberto Coll, algunos piensan que usted es un hombre demasiado tolerante
cuando lo atacan, y que eso, tal vez, tendría 3 posibles explicaciones: Una, que no vive
aquí. Otra, que tiene una visión patriarcal de la vida y la otra, que simplemente puede ser
una posición o una pose elitista. ¿Cuál de las 3 prefiere?
AC: La realidad es que los ataques a los cuales yo he sido sujeto, en ciertas ocasiones,
por ciertos elementos intransigentes extremistas en Miami, son ataques que se pueden
esperar. Y yo pienso que no vale la pena desperdiciar enormes cantidades de energía, de
tiempo, refutando todo ataque que venga hacia mí, porque yo creo que es mejor
concentrar mi energía en continuar haciendo cosas positivas, en círculos con amistades.
Concentrar mis esfuerzos para constantemente abrir mis horizontes intelectuales y
profesionales. Responder a todos esos ataques no vale la pena. No quiero convertirme en
una persona agria. Por naturaleza, no soy polémico, no me gusta emplear excesivas
energías simplemente respondiendo a toda crítica que se haga. El que quiera criticarme,
que lo haga. Y por supuesto, yo también tengo mis límites, y en ciertas ocasiones, si lo
considero necesario, o que vale la pena, pues respondo.
EG: Pero, hay una diferencia entre una crítica y una difamación, y usted ha sido
profunda y largamente difamado.
AC: Hay ciertos elementos, repito. Son una pequeña minoría, y eso es parte del
asunto. La gran mayoría de las personas en Miami son personas de buena voluntad, son
personas que no difaman. Pero hay un número pequeño de elementos intransigentes y
extremistas, que me han acusado de haber hecho, diríamos, de espionaje, para hablar en
claro, de haberle transmitido al gobierno cubano información secreta. Estos ataques, por
supuesto, nunca han producido una evidencia, ni nunca la van a producir, pero vienen de
parte de personas que quieren resaltar, haciendo estos ataques, en algunos casos para
vender su libro, en otros casos para mantener una atmósfera política, conflictiva, cierto
tipo de atmósfera, que es lo que les conviene a ellos para sus propósitos políticos
electorales.
EG: Alberto, usted manejó, o a lo mejor todavía maneja, cuestiones que están
clasificadas, ¿pero es usted una persona que ha manejado materiales secretos de Estados
Unidos?
AC: Sí. Durante varios años, como subsecretario de Defensa de los Estados Unidos,
tenía acceso a los más altos secretos de Estado, dentro del Departamento de Defensa.
EG: ¿Algunos de esos continúan clasificados?
AC: Eso es lo que se llama “Materia Clasificada’’, son secretos de Estado. Déjeme
explicarle a nuestros oyentes que el espionaje consiste en transmitir secretos de Estado a
una potencia extranjera. Y, por supuesto, yo nunca he hecho esto, ni nunca lo haría, por
motivos de honor personal. O sea, hay ciertas líneas que yo nunca cruzaría. Yo no he sido
una persona perfecta. En mi vida personal he tenido fallos, pero en la vida la mayoría de
las personas tenemos ciertas líneas que nunca cruzamos, y yo como cuestión de honor
personal nunca he cruzado, ni nunca cruzaré esa línea. Ahora bien, hay personas que han
tomado mis posiciones políticas contra el embargo, por ejemplo, o a favor del
intercambio académico entre Cuba y los Estados Unidos, con mis posiciones de que le
demos visa a académicos cubanos de la isla para que vengan a los Estados Unidos, han
tomado esas posiciones y han dicho ¡ah! ya que Coll tenía acceso a secretos de Estado,
esto significa a que él le estaba dando información a Cuba, lo cual, por supuesto, es
absurdo, y le aseguro que si hubiera habido evidencia de esto no estaría hablando con
usted. Estaría en la cárcel, condenado a muchos años de prisión.
EG: ¿Usted fue investigado y fue interrogado en determinado momento en su vida,
con respecto a este tipo de acusaciones?
AC: Exactamente. Es una cosa que se hace cuando un oficial del gobierno, o cuando
una persona que ocupa una posición en el gobierno. Después que yo me fui del
Pentágono, yo ocupé una posición, primero como profesor y luego como decano y más
tarde como profesor de estudios estratégicos de la Escuela Naval de los Estados Unidos.
EG: ¿En esos interrogatorios, lo trataron con respeto o lo trataron como sospechoso?
¿Qué sintió usted?
AC: Siempre fui tratado con respeto, y bajo las normas de la ley. O sea, en nuestro
sistema legal, afortunadamente, contrario al sistema de la prensa amarilla, y de la radio
amarilla de Miami, las personas son consideradas inocentes hasta que existen evidencias
de que no lo son. Déjeme aclararle que estas investigaciones se hicieron con motivo a una
serie de viajes que yo hice a Cuba, vinculados con una relación personal que yo tenía en
la isla. Y de nuevo le repito, el que haya tenido una relación de tipo romántica, con una
persona, no quiere decir que ésta haya sido un instrumento de espionaje, que esta persona
hubiera sido agente del gobierno cubano. Fue una relación de tipo romántica, y se me
hicieron preguntas. Yo, desafortunadamente, cometí el error de que en un viaje que hice a
la isla para visitar a esta persona, ya que los reglamentos de los Estados Unidos habían
cambiado, bajo el presidente Bush actual. Habían cambiado y no se permitían a la isla
viajes para visitar amistades. Solamente para visitar familiares. Yo mentí, en la petición
de viaje, que todos los cubanos en el exilio tenemos que firmar cuando queremos viajar a
la isla. Y declaré que el propósito principal de este viaje era visitar a una persona de la
familia, a una tía. Luego, cuando me hicieron las preguntas normales, cuando se regresa
de estos viajes a personas que están vinculadas con el gobierno, como yo lo estaba, por
mi posición académica como profesor de la Escuela Naval, admití que el propósito
principal del viaje había sido visitar a esta persona, que no era mi tía y con la cual yo
tenía una relación romántica, aunque en ese viaje, también visité a familiares.
EG: ¿Esa relación continúa o terminó?
AC: Esa relación ha terminado. Ha terminado. No existe actualmente. Pero es una
relación que se remonta a mi niñez, con una persona que era amiga mía desde que éramos
niños y que luego la renovamos y que floreció en una relación de tipo romántica.
EG: Voy a darle un giro a la entrevista por dos términos que usted ha mencionado.
Ha dicho que nuestro sistema legal nos protege y ha dicho: el espionaje consiste en
transmitir secretos de Estado de un país al gobierno de otro país. Precisamente eso es lo
que nunca se pudo probar en el juicio contra cinco cubanos presos acusados de espionaje,
a los cuales la propia fiscalía federal trató de quitar ese cargo porque se les caía el juicio y
realmente nunca se pudo probar que hayan transmitidos secretos de espionaje, y si no se
pudo probar es que no han existido. ¿Qué opinión le merece que haya cinco cubanos
presos acusados de algo como espionaje, que no se pudo probar, porque nadie, ni siquiera
un miembro del Comando Sur, que intervino en el juicio, un jefe del Comando Sur, un
miembro del Consejo Nacional de Seguridad, algunos almirantes y generales del Ejército
de Estados Unidos, ratificaron que ninguna información secreta fue enviada a través de
estos cinco jóvenes hacia el gobierno cubano? Sin embargo, están acusados por
espionaje, aquí en los Estados Unidos, incluso con dos cadenas perpetuas. ¿Le merece
esto una reflexión?
AC: Yo no quiero entrar en el tema de los cinco cubanos, porque es un tema que
verdaderamente no encaja con el tópico de nuestra entrevista. Pero sí quiero aclarar dos
cosas. Una, repito, el espionaje consiste en transmitir secretos de Estado a una potencia
extranjera. No consiste, por ejemplo, en sentarse a conversar, como yo lo he hecho, con
Ricardo Alarcón, sobre temas acerca de los cuales se puede leer en The New York Times,
o se puede leer en el Atlantic Monthly. No consiste en discutir temas políticos o
académicos con un grupo de académicos o periodistas cubanos, como yo lo he hecho.
Consiste en transmitir, información de secretos de Estado. La otra cosa que quería
aclarar: a estos elementos difamatorios en Miami les gusta usar el término, como lo
usaron, recientemente, de agente. Es un agente del régimen de Cuba, o agente del
gobierno cubano. De nuevo, quiero aclarar: el término agente es un término legal, que
significa que una persona está bajo la dirección o el control de una potencia extranjera. O
sea, una persona que está bajo la dirección, bajo el control de una potencia extranjera y
que sigue sus instrucciones. El que yo, por ejemplo, o el que usted, estemos contra el
embargo, y que el gobierno cubano también esté contra el embargo, no significa que
nosotros seamos agentes del gobierno cubano. Seríamos agentes solamente si usted y yo
estuviéramos bajo el control, o bajo la dirección, o siguiéramos instrucciones del
gobierno cubano. Si no lo hacemos, sino simplemente como ciudadanos libres y como
pensadores, estamos a favor de ciertas posiciones, que por coincidencia el gobierno
cubano, las pueda tener, como por ejemplo, una posición contra el embargo. Eso no es lo
mismo a ser agente, del gobierno cubano. Sin embargo, este término se usa demasiado
fácilmente en estos círculos de Miami.
EG: ¿Cuándo usted trabajaba en el Pentágono, conoció a una persona, que no sé si es
coronel, teniente-coronel, yo no sé qué grado tiene? Porque en Miami, usted sabe que se
puede ser nada y al mismo tiempo ser casi mariscal para determinados medios de prensa.
O sea, los medios de comunicación aquí, son bastante “libertinos”, sobre todo los que
conocemos. ¿Usted conoció a Chris Simmons?
AC: No, no. Déjeme decir un par de cosas sobre el señor Chris Simmons, para
nuestros oyentes.
EG: Chris Simmons es una persona que se presentó hace alrededor de 7 semanas, en
los medios de comunicación de Miami, en programas de televisión y de radio, acusando
al señor Alberto Coll de ser agente del gobierno cubano, para quienes no tienen
conocimiento sobre quién es este señor.
AC: Hay varias cosas, que me parece sería muy útil que nuestros oyentes supieran.
Primeramente, el señor Chris Simmons se ha dibujado el mismo como la pieza clave
dentro del equipo que investigó a Ana Belén Montes. Yo quiero hacer la siguiente
pregunta: ¿si él verdaderamente jugó ese papel tan clave en la investigación de Ana Belén
Montes, por qué lo retiraron, con el grado de teniente-coronel, que es un grado
relativamente bajo? Yo estoy seguro, porque he trabajado con el Departamento de
Defensa por más de 15 años, que si el señor Simmons hubiera sido una pieza clave dentro
del equipo que investigó a Ana Belén Montes, le hubieran dado una promoción a coronel
y no estuviera hoy retirado y tratando de ganar dinero vendiendo su libro y su futura
película en Miami. Esto es lo primero. En segundo lugar, el señor Chris Simmons se ha
hecho pasar como un experto del gobierno estadounidense sobre la inteligencia cubana.
Sin embargo, el señor Simmons no habla español. ¿Puede creer usted que nuestro
gobierno le daría al señor Simmons una posición importante, como experto en la
inteligencia cubana, sin él saber hablar español? Por supuesto que no. Eso se cae de la
mata de mangos, como diríamos los cubanos. El ha sido un oficial de inteligencia, quizá
haya jugado un papel en estas investigaciones, pero ha sido un papel muy marginal, muy
periférico, porque de no haber sido así, le hubieran dado una promoción y también sabría
hablar español.
EG: El señor Antonio de la Cova, que es una persona convicta de terrorismo por las
autoridades federales de los Estados Unidos, después devenido en académico, es otra de
las personas que también insiste en hacer acusaciones en contra suya. Cuando digo
convicto de terrorismo, estoy expresando que De la Cova ha sido encontrado culpable de
cometer actos terroristas en los Estados Unidos,.
AC: Sí. Sin ninguna evidencia y no merece respuesta, porque no es un académico
serio y sin tener evidencia, lo único que él hace y ha hecho es repetir los mismos
rumores, la misma especulación, que otras personas han lanzado en la radio y en la
prensa. Así que le repito, la evidencia es la evidencia, y estamos hablando de dos cosas
muy distintas, muy serias. Una, el delito de espionaje, que consiste en transmitir secretos
de Estado, cuya condena lleva años de cárcel y en algunos casos, la pena de muerte, y
segundo, ser agente de un gobierno extranjero, que requiere que esa persona esté bajo la
dirección, el control o que siga las instrucciones de un gobierno extranjero. Como
sabemos, en Miami elementos intransigentes le llaman comunista a cualquiera, así que
por qué nos va a sorprender que llamen espía a una persona, a una o a otra. El señor de la
Cova también ha llevado a cabo una campaña de difamación muy fuerte contra la
profesora Marifeli Pérez-Stable, y también contra la académica Gillian Gunn. Llega un
momento que hay que trazar una línea y decir: ¿Por qué yo voy a malgastar energía
contradiciendo a estas personas. Lo único que esto va a hacer es darles más credibilidad
que la que verdaderamente se merecen?
EG: ¿Usted conoció a Ana Belén Montes?
AC: No, no la conocí personalmente, en mi trabajo en el Pentágono.
EG: Algunas personas enfatizan que Ana Belén Montes era la opinión absoluta sobre
Cuba. ¿Usted, que aunque no la conoció sabe cómo trabaja el Pentágono, cree que ella
era la analista absoluta, o que ella formaba parte de un conjunto de analistas?
AC: Es un mito que se ha creado dentro de estos elementos reaccionarios,
intransigentes. La realidad es que inteligencia estadounidense no trabaja sobre las bases
de un sólo experto. Los juicios que se puedan hacer sobre Cuba, los análisis que se
puedan hacer sobre Cuba, los reportes que se puedan preparar sobre Cuba, están basados
en la opinión de un círculo amplio de expertos, y estas opiniones se discuten, se debaten,
se argumentan. Lo que les molesta a estas personas es que en el año 1998, el Pentágono
preparó un reporte que concluyó que Cuba había dejado de ser una amenaza militar para
los Estados Unidos, lo cual es cierto. Eso no quiere decir que el gobierno cubano sea lo
mejor del mundo, ni que en Cuba todas las cosas funcionen bien. Era un reporte objetivo,
que simplemente concluyó que Cuba no constituía una amenaza militar para los Estados
Unidos. Y el reporte tenía el apoyo del General Charles Wilhelm, que era el jefe del
Comando Sur. Enseguida que el reporte se publicó, los congresistas del sur de la Florida
emprendieron una campaña feroz para desmentirlo y para quitarle credibilidad, porque les
iba a quitar varios de sus argumentos a favor del embargo, uno de los cuales es que Cuba
debe estar en la lista de países terroristas, porque supuestamente sigue apoyando a
elementos terroristas, sobre lo cual no hay ninguna evidencia. Lo que Cuba pudo haber
hecho hace 20 años no es precisamente lo que hace hoy en día. Entonces, cuando salió el
caso de Ana Belén Montes, estas mismas personas dijeron: Ana Belén Montes fue la
autora del reporte que concluyó que Cuba no era una amenaza militar contra los Estados
Unidos. Por lo tanto este reporte, ya que fue preparado por una agente cubana, no sirve,
no tiene ninguna credibilidad. Lo cual es falso. El reporte no fue preparado por Ana
Belén Montes. Ella contribuyó con su juicio, contribuyó con sus opiniones. Pero ese
reporte fue debatido, dentro de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, y fue
sometido al juicio y al examen de expertos puramente militares. O sea, de oficiales del
ejército de los Estados Unidos, con contactos con los agregados militares de la América
Latina, que tienen contactos con los militares cubanos. Fue sometido a un examen muy
minucioso y la conclusión fue que Cuba, no constituía una amenaza militar para los
Estados Unidos, como no lo constituye hoy en día.
EG: Quiero referirme que personas con credenciales tan claras como Donald Rumsfeld y
Colin Powell, en esta administración, en la administración Bush, también han dicho
públicamente, que Cuba no constituye ninguna amenaza militar para los Estados Unidos.
AC: Ahí está también la opinión del Coronel Larry Wilkinson, jefe del gabinete del
General Colin Powell, dentro del Departamento de Colin Powell, cuando éste era
Secretario de Estado, con una gran experiencia en asuntos político-militares.
EG: Yo entrevisté en este espacio, luego traducida incluso al alemán, al Coronel Larry
Wilkinson, donde precisamente dice eso.
AC: Y ha dicho, públicamente, que este esfuerzo de convertir a Cuba en una amenaza
militar contra los Estados Unidos es algo falso, que él como oficial militar, con integridad
intelectual y profesional, no acepta. Como tampoco lo han aceptado ninguno de los jefes
del Comando Sur, desde el General Wilhelm hasta los más recientes.
EG: Entonces, mi pregunta obligatoria es esta: ¿hasta cuándo la extrema derecha de
Miami, encabezada por estos 3 congresistas va a dictar la política exterior norteamericana
hacía Cuba?
AC: Eso depende, en parte por supuesto, de las próximas elecciones en noviembre, de
aquí a dos meses. Y depende de una serie de factores, que van mucho más allá del tema
propiamente cubano. La realidad, como usted sabe, es que Cuba desafortunadamente
tiene un problema. Por una parte, Cuba no es suficientemente importante, en términos
estratégicos, vamos a decirlo así, para verdaderamente obligar a que el gobierno
estadounidense trate el tema cubano, desde un punto de vista puramente estratégico y
diplomático. Por ejemplo, Cuba no es el caso de Corea del Norte. Corea del Norte tiene
armas atómicas. Entonces, Washington está obligado a tratar a Corea del Norte dentro de
un marco diplomático realista-político. Washington no le puede dar la política hacía
Corea del Norte, no puede poner esa política, en las manos del lobby coreano, en los
Estados Unidos. La política hacia Corea del Norte está en manos de profesionales,
diplomáticos y expertos militares que siguen esa política, más o menos, de acuerdo con
los intereses de los Estados Unidos. Cuba no es el mismo caso. Precisamente, porque
Cuba no representa una verdadera amenaza militar a los Estados Unidos, Washington
tiene el lujo y la capacidad de poner la política hacía Cuba en manos de elementos
puramente políticos y puramente electorales. Y la política hacia Cuba no se hace dentro
del Departamento de Estado, no se hace por profesionales que tienen en cuenta, en primer
lugar y en último lugar, los verdaderos intereses de los Estados Unidos. Se pone en las
manos de personas que tratan de buscar la forma de ganar el mayor número de votos,
dentro del sur de la Florida, para el partido político que está dominando la
administración. Sean los demócratas, bajo Bill Clinton en la década de los 90, o sean los
republicanos actualmente. Esto es en gran parte, yo diría, la explicación de por qué la
política hacia Cuba no se rige por el marco de realismo político, o diplomático-militar,
sino por la retórica y por la imagen, y por los esfuerzos para tratar de conseguir el mayor
apoyo posible dentro del sur de la Florida.
EG: Señor Alberto Coll, en este momento hay un gran debate en Miami. Como usted
sabe, Cuba ha sido azotada, violenta y dramáticamente, por dos huracanes inmensos, y
hay una gran desolación en el pueblo cubano. Hay aquí un debate debido a esos mismos
elementos que realmente secuestran la política hacía Cuba Y no es sólo mi opinión, es la
opinión de Larry Wilkinson, y veo que también es la suya. Hay un gran debate, porque
esos mismos elementos se oponen a que las remesas, a que los viajes, y a que la solicitud
de poder comprar en Estados Unidos materiales de construcción, como clavos, puntillas,
generadores eléctricos, cosas para el bien común, y de que se levanten al respecto. ¿Cuál
es su opinión sobre este aspecto, ya que ellos también dicen que la suya es una posición
humanitaria: ¿es humanista impedir remesas, los viajes de los cubanoamericanos, el
acceso al mercado norteamericano para comprar estas cosas, en una situación como esta?
¿Qué opinión tiene?
AC: Yo creo que es verdaderamente vergonzoso que a estas horas se esté hablando de
no permitirle a cubanos, que viven en Miami o en cualquier lugar de los Estados Unidos,
enviar remesas, enviar ayuda a su familia o a sus amistades en la isla. Es vergonzoso
mantener un embargo tan extremo como el que tenemos. Sería una cosa diferente, por
ejemplo, negarle prestamos al gobierno cubano, usar estos préstamos como instrumento
de presión hacia reformas. Pero es otra cosa negar un comercio básico, negar viajes
básicos, intercambios de tipo humano, de tipo cultural, de tipo social, y es también una
cuestión humanitaria. Pero no sólo humanitaria sino además que a la larga, para los
intereses de Estados Unidos, no nos conviene una Cuba que esté completamente
sumergida en la pobreza. Nos conviene una Cuba que, aunque lentamente, esté
evolucionando hacia mayor apertura, hacia cambios, hacia reformas y hacia mayores
contactos con el resto del mundo. Siempre me acuerdo de las palabras del papa Juan
Pablo II cuando llegó a La Habana, y nos retó a todos. Nos dijo: ¡Qué Cuba se abra al
mundo y que el mundo se abra a Cuba! Yo creo que esto es una cuestión de realismo, yo
creo también que es una cuestión de ética, y me parece verdaderamente triste que aún a
estas alturas se encuentre oposición a la idea de que el sector privado envíe asistencia a
Cuba y de que se le niegue a Cuba la posibilidad de realizar comercio, en un amplio
sector, con los Estados Unidos.
EG: Y que los cubanos y cubanoamericanos podamos tener contacto personal cuando
lo deseemos, eso también me parece legítimo.
AC: Exactamente, es una cuestión de humanidad, una cuestión de familia. Si les
tendemos esas oportunidades a Haití, a Nicaragua, ¿por qué no a Cuba? Me parece una
cuestión de decencia elemental, una cuestión de humanidad, una cuestión de solidaridad,
y una cuestión en que me parece que ya, verdaderamente, se nos han acabado las excusas
para mantener esta posición tan intransigente.
EG: Me decía Larry Wilkinson que lo que único que hay pendiente es que lo que les
interesa a estos congresistas federales es controlar Miami y toda la corrupción que se
mueve en Miami, donde elegir políticos genera una maquinaria que después otorga
contratos. Se trata de un círculo vicioso, y estos políticos cubanoamericanos electos lo
que quieren es, con el mantenimiento de este statu quo, controlar el poder en Miami
¿Usted que cree al respecto?
AC: Bueno, yo creo que algunos de ellos también tienen ambiciones fantasmagóricas,
de jugar un papel futuro en Cuba, un papel político. Algunos de ellos tienen ambiciones
en esa dirección. Y para ellos, lo que más les conviene es un futuro en el cual surja una
explosión violenta dentro de Cuba, una explosión política o social, causada en gran parte
por las necesidades económicas dentro de la isla, y una crisis que quizá les dé a ellos la
excusa para entonces tratar de empujar a Washington hacia una intervención en la isla.
Washington, por supuesto, no quiere intervenir en la isla, y nuestros colegas militares,
dentro de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, lo menos que quieren es una
intervención militar en la isla, y lo menos que el pueblo estadounidense quiere es una
intervención militar en la isla. Pero para algunos de estos elementos extremistas el mejor
futuro sería aquel en el cual habría una intervención militar en la isla, que les facilitaría a
ellos llegar a una posición de influencia, de poder, que de otra forma nunca van a lograr
alcanzar. Y quiero también aclarar algo, y es que lo que yo he dicho sobre el embargo,
sobre la necesidad humanitaria, moral y política de mejorar las relaciones con el pueblo
cubano y de permitir estos intercambios es la posición que también ha asumido la
inmensa mayoría de los opositores dentro de Cuba y también por supuesto la Iglesia
Católica dentro de Cuba. O sea, el gobierno cubano, y la gran mayoría de su oposición
dentro de la isla, y la Iglesia Católica, todos coinciden en que esta política intransigente
de embargo y de cortar todo vínculo humanitario, social, cultural es una política muy
inaceptable y contraproducente.
EG: Déjeme decirle que, con respecto a esos sueños de ocupar posiciones políticas en
Cuba, más que todo yo los siento como trasnochados, ¿no?
AC: Fantasías. Pero recuerde que todos tenemos nuestras fantasías, y
desafortunadamente hay fantasías de ese tipo que tienen mucho vigor en ciertos sectores
de Miami.
EG: Regresemos a su época de subsecretario de Defensa de Estados Unidos, ¿usted
sirve con Bush y con Clinton?
AC: Con Bush padre y con Clinton por medio año. Pero me retiré del gobierno.
Cuando vino el gobierno de Clinton, al fin nombró a un sucesor a mi cargo y me retiré y
fui a la Escuela de Guerra Naval. Y quiero también aclararle que antes de que el
presidente Bush padre se retirara del poder, su Secretario de Defensa, el señor Dick
Cheney, me concedió la medalla de servicio destacado dentro del Pentágono, y es una
medalla la cual llevo con mucho orgullo, y me la pongo en ocasiones, por supuesto,
formales, ocasiones de gala, porque me siento muy orgulloso del servicio que hice en el
Pentágono en esos años y de la labor que hice. Una labor que fue apreciada por el
secretario Cheney, por sus asesores, como el señor Wolfowitz, y también por el
presidente Bush padre. Eso no quiere decir que hoy en día yo esté de acuerdo con todas
las posiciones del señor Cheney o del señor Wolfowitz, pero yo siento mucho respeto por
la administración de Bush padre, porque creo que durante esos años la política exterior de
Estados Unidos fue conducida con un alto nivel de prudencia, de sobriedad y un
verdadero énfasis en la diplomacia. Siempre estuvo presente el subordinar el instrumento
militar a fines políticos y a una estrategia diplomática de largo alcance.
EG: Usted, como subsecretario de Defensa, ¿atendía o representaba la rama de la
Marina?
AC: Bueno, no. Mis contactos con la Marina fueron a través de mis largos años como
Decano y profesor en la Escuela de Guerra Naval de los Estados Unidos, y me siento
orgulloso de que hasta hoy día. Por ejemplo cuando visito el Pentágono o cuando visitó
Washington, siempre me topo con uno o dos ex alumnos míos, algunos de los cuales
llegaron al rango de almirante. Y también, por supuesto, tenía estudiantes de otras ramas,
algunos de ellos llegaron también al grado de general de marines, general del ejército. Y
me siento muy orgulloso de ellos, y siento que hice una labor como maestro, como
profesor. Me encanta la docencia. Ahora bien, durante mis tres años en el Pentágono,
como subsecretario, mi responsabilidad era en el campo de las operaciones especiales, las
fuerzas de operaciones especiales, los conflictos de baja intensidad y la lucha contra el
terrorismo en esa época (le estoy hablando del 1989 al 1993).
EG: ¿Usted notó en algún momento diferentes percepciones, o enfoques diferentes,
entre los distintos cuerpos de ejercito, con respecto al caso cubano?
AC: No, mire, le voy a decir algo que no creo que le vaya a sorprender. Tanto dentro
del Pentágono como en la Escuela de Guerra Naval, y en todas las instituciones en las
cuales yo he tenido contacto con oficiales de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos,
hay un consenso, prácticamente universal, de que Cuba no constituye una amenaza para
los Estados Unidos, y de que la política de Washington de confrontación y de hostilidad
hacia Cuba es una política contraproducente, que no tiene sentido dentro del marco de los
intereses estratégicos de Estados Unidos. Por supuesto, los oficiales son muy
profesionales, esas son opiniones que ellos dan en privado, que las dan en círculos
académicos, donde existe libertad académica, porque en nuestra Escuela de Guerra existe
la libertad académica, y dentro de ese recinto se discute todo con completa libertad. Hay
un consenso prácticamente universal de que la política esta de hostilidad hacia Cuba ha
sido un gran fracaso. Lo cual es cierto, porque no ha dado ningún resultado ya en casi
cincuenta años. Y de que sería preferible adoptar una política de negociación, de
diplomacia, como lo hemos hecho con otros países, con los cuales, yo enfatizaría, hemos
tenido hasta peores relaciones que con Cuba. Por ejemplo, Vietnam, con el cual tuvimos
una guerra en la cual perdimos 58,000 de nuestros soldados. Nada de esto ha ocurrido
con Cuba, y sin embargo llegamos a una posición de reanudar relaciones con Vietnam.
Tenemos nuestras diferencias políticas con ese país, lo cual es normal, pero esto no nos
impide comerciar con ellos y tener un diálogo diplomático, a nivel de país a país, y
permitirle a estadounidenses que vayan a Vietnam, que inviertan si quieren asumir esos
riesgos, que comercien y que tengan todo tipo de contactos con Vietnam. Si lo podemos
hacer con Vietnam, si lo estamos haciendo hasta con Corea del Norte, no tiene sentido,
desde el punto de vista de los intereses estratégicos de Estados Unidos, no hacerlo con
Cuba. Esa yo creo que es la opinión general. Le repito, no la van a decir en público
porque los militares están muy bien entrenados para seguir la dirección política trazada
por el gobierno, y por supuesto lo hacen con mucho profesionalismo.
EG: Me gustaría conocer su opinión sobre algo que se preguntan algunas personas:
¿Por qué permanece Cuba en la lista de países terroristas, si Cuba realmente no tiene nada
que ver con el terrorismo?
AC: Simplemente es una cuestión electoral. Cuba está en la lista de naciones que
apoyan el terrorismo, porque ciertos elementos de Miami insisten en que Cuba esté en la
lista terrorista, y la burocracia de Washington y las administraciones de Washington
hacen esa concesión como un regalo barato a Miami. Porque cada presidente, como bien
sabemos, siempre llega al poder prometiendo la libertad de Cuba, haciendo veinte mil
promesas respecto a Cuba, y al fin y al cabo la realidad se impone, y ninguno de ellos ni
siquiera ha cambiado los elementos esenciales de la Ley Helms-Burton. O sea, no han
permitido que se presenten acciones legales contra inversionistas extranjeros que poseen
propiedades que pertenecían a cubanos que vivían en la isla hace muchos años. Esto
quiere decir que los presidentes no hacen lo que prometen a bombo y platillo. Pero hay
una piltrafita que le dan a Miami, a los elementos intransigentes de Miami: mantener a
Cuba en la lista de países terroristas. Desde un punto de vista objetivo, académico,
analítico, como lo ha señalado muy bien el señor Richard Nuccio, no tiene sentido,
porque Cuba, aunque estuvo involucrada en apoyo a movimientos guerrilleros, en los
años 80 y con anterioridad. Cuba cambió esa política a principios de los años 90, y la isla
hoy día no le da apoyo a ningún grupo terrorista, no hay evidencia de que esto ocurra. Por
lo tanto, no tiene sentido mantenerla en esta lista, pero sí lo tiene desde el punto de vista
político electoral.
EG: ¿Usted fue presentado en el 2001, a Donald Rumsfeld, junto a otras tres
personas, para volver a ocupar un alto cargo en el Pentágono?
AC: Sí, por supuesto. Y déjeme explicarle, ya que yo fui entrevistado para una
posición muy alta en el Pentágono, y era bajo la administración de Bush hijo. Y le tengo
que decir algo muy íntimo, y es que en esa entrevista yo me di cuenta que tenía dos
opciones: una era que yo me prostituía, y decía lo que estas personas en esta nueva
administración querían oír. Y la otra alternativa, que era decirles lo que verdaderamente
pensaba. Y esto último fue lo que yo hice en esa entrevista. Por ejemplo, ellos estaban
buscando una persona que estuviera a favor de una línea muy dura en el Medio Oriente,
en términos de apoyar el posible uso de la fuerza contra Irak, si fuese necesario. Una
persona que estuviera dispuesta a ignorar nuestras alianzas diplomáticas con otros países
y las posiciones multilateralistas. Yo, por supuesto, di mis opiniones que son muy
contrarias a todo esto. O sea, si yo hubiera querido prostituirme, y decir lo que yo pensé
que a ellos les gustaría oír, lo hubiera hecho. Pero me dije: “Ya estoy muy viejo para
esto” (risa entrecortada). En realidad tenía, bueno, 46 años, pero dije “ya estoy muy viejo
para esto”, y tengo que decir lo que verdaderamente pienso, y ofrecí puntos de vista que
en la administración de Bush padre hubieran sido recibidos con mucho apoyo, pero en
esta nueva administración de Bush hijo no era así. La persona que escogieron para esa
posición resultó ser el doctor Douglas Feith, que había sido cabildero para el Estado de
Israel en Washington por varios años, y que tenía vínculos muy estrechos con el Estado
de Israel, y que resultó ser una persona que apoyó, no solamente apoyó sino que impulsó,
la Guerra contra Irak. De hecho, Feith fue uno de los impulsores principales. Yo me
siento orgulloso de que no haber estado en una posición en la cual me hubiera sentido
obligado a ser uno de los impulsores de la Guerra contra Irak. Y tengo el apoyo de
personas de la administración de Bush padre, como el propio Bush padre y su asesor, el
general Schwarzkopf, que en su libro criticó la idea de que los Estados Unidos podía
invadir y someter a Irak.
EG: ¿Usted intentó en esta administración ser subsecretario de Estado?
AC: Hice algunos esfuerzos en esa dirección. Pero se me indicó, esto fue en el año
2001, que esas posiciones irían a personas vinculadas muy estrechamente con el senador
Jesse Helms, un senador ultra conservador, y también se me dio a entender que como
consecuencia de mi posición moderada hacia Cuba, en esa época ya mi posición hacia
Cuba era una posición moderada, una posición a favor de un diálogo, de negociación, una
posición con la cual le repito, la administración de Bush padre y la administración de
Carter hubieran estado muy cómodas, que como resultado de esas posiciones que yo
tenía, sería mejor que no intentara ocupar un cargo en el Departamento de Estado. Y
entonces, bueno, al final se me ofreció un cargo muy alto, el cargo número dos, en la
Agencia de Desarrollo de los Estados Unidos (USAID). El jefe del USAID en aquellos
momentos era el señor Andrew Natsios, una persona excelentísima, que también era mi
amigo y colega, y se me ofreció la oportunidad de ser su mano derecha. Era un cargo
muy alto, a nivel de subsecretario, pero lo pensé por bastante tiempo y decidí dos cosas:
una, que la posición en el USAID era una posición que verdaderamente implicaba
simplemente administrar políticas que ya eran trazadas por la administración o por el
Congreso. O sea, que no había espacio en ese cargo para ningún tipo de creatividad
intelectual o análisis académico, era simplemente una posición administrativa, y aunque
muy prestigiosa no me interesaba la idea de emplear 60, 70 horas trabajando todas las
semanas en un cargo donde no hubiera ningún espacio para ningún tipo de creatividad y
de pensamiento intelectual. En segundo lugar, pensé también en mis hijos, que en esos
momentos estaban en una época muy sensible, tenían ya 13 y 16 años, y me pareció que
me necesitaban a su lado, y que un cargo de este tipo me iba a alejar de ellos la mayor
parte del tiempo.
EG: O sea, ¿descartó el regreso a Washington?
AC: Sí, lo hice y con tranquilidad, porque me pareció que era lo más acertado.
EG: ¿Y en el futuro, usted descarta también ese regreso en una próxima
administración?
AC: El futuro viene cuando viene, y en estos momentos estoy muy entusiasmado con
mi labor académica aquí, en la Escuela de Derecho de la Universidad DePaul en
Chicago. Tengo un grupo muy grande de estudiantes, que me dan un nivel de satisfacción
muy alta, en términos profesionales, intelectuales, personales y de vocación. Y también
estoy desarrollando una serie de programas internacionales, para nuestra Escuela de
Derecho, y por el momento tengo un grado de satisfacción muy alto con mi trabajo. Así
que lo que pueda venir en el futuro, bueno, lo dejo en las manos de Dios.
EG: Dígame si lo ha pensado. Usted no lo descarta, lo deja en las manos de Dios. ¿Le
gustaría ser, tal vez, Jefe de Sección, o tal vez el primer Embajador de los Estados Unidos
en Cuba?
AC: Por supuesto, que si usted le hiciera esta pregunta a un gran número de personas
de mi generación, en mi campo, le dirían que sí, que por supuesto, sería un gran honor
ocupar esa posición profesional. Pero, bueno, me parece que en estos momentos
primeramente tiene que cambiar la política entre Cuba y los Estados Unidos, y
desgraciadamente yo no veo una apertura de ese tipo. Pero le voy a ser sincero, en
términos de mi vocación personal, yo sigo con la esperanza, que he tenido por muchos
años y que desafortunadamente me ha traído muchos dolores de cabeza en ciertos
círculos de Miami, yo sigo con la esperanza, quizá una esperanza utópica, quizá una
esperanza demasiado idealista, de que pueda contribuir con mi granito de arena a mejorar
el clima de comprensión, el nivel de humanidad, el nivel de amistad entre estas dos
grandes naciones. De las cuales yo me siento parte, ya que nací en Cuba, me crié en
Cuba, soy cubano y viví en Cuba hasta casi los 13 años. Mi familia es una con muy largas
raíces en Cuba. Mi papá fue preso político en Cuba por nueve años, como consecuencia
de sus convicciones. El verdaderamente invirtió su vida en Cuba, contrario a lo que han
hecho muchas otras personas que hoy en Miami se jactan de ser superpatriotas y que
huyeron en el año 1960, sin nunca tener que sacrificar nada, mi papá sacrificó nueve años
de su vida por sus ideales, y sin embargo, le agrego, que luego, cuando llegó a Miami y
vivió allí los últimos años de su vida, siempre fue una persona muy modesta y una
persona que nunca se lanzó por esta retórica inflada que vemos tanto en la ciudad de
Miami. Además de ser cubano, soy también estadounidense. Porque he vivido en los
Estados Unidos por cuatro décadas, desde el año 1968. Los Estados Unidos me
ofrecieron la oportunidad. Yo vine a los Estados Unidos, déjeme aclararle, solo. Mi papá,
por supuesto, estaba en la prisión, como preso político. Mi mamá, por convicciones
personales, decidió que su lugar, su puesto estaba a su lado. No quería abandonarlo, y mi
mamá tuvo el coraje de enviarme fuera de Cuba, solo, con casi 13 años. Me fui de Cuba y
estuve 10 años sin verlos, a los dos. No fue cuestión de seis meses o de un año. Por 10
años no los vi. Y me formé en los Estados Unidos y me siento parte de los Estados
Unidos.
EG: ¿Cuán cubano y cuán norteamericano, en una escala de cero a 10?
AC: No, no: eso no se puede medir, eso no se puede medir. Soy cubano y soy
estadounidense. Soy de los dos. Siento un gran cariño hacia las dos tierras, por razones
sentimentales, razones de raíces y razones de formación. Pertenezco a los dos países, e
insisto en pertenecer a los dos. Y le repito: mi esperanza quizá utópica es contribuir con
un granito de arena a que estas dos grandes naciones, que en ciertas etapas de su historia
se han ayudado la una a la otra.
EG: Señor Coll, usted ha opinado de lo humano y de lo divino en esta conversación,
con gran soltura, con gran confianza y con gran seguridad. Usted me ha evadido un sólo
tema, y sólo quiero saber: ¿por qué me evadió hablar del tema de Los Cinco?
AC: Primeramente como abogado. Le voy a explicar algo muy importante: como
abogado, yo tengo ciertas responsabilidades de dar opiniones solamente sobre temas en
los cuales yo he estudiado a fondo. Yo le tengo que confesar que no he estudiado el juicio
de los cinco cubanos a fondo. Por lo tanto, yo no quiero entrar en este tema en estos
momentos. Estoy dispuesto a asistir a una conferencia, a un seminario, a aprender más
sobre ellos. Pero darle una opinión a fondo sobre este tema no se la puedo dar. Sí me
parece que tenemos todos la obligación de buscar la verdad, de buscar la mejor forma de
que nuestro sistema político y legal funcione, y también, por supuesto, me parece que, si
vamos a enjuiciar a todas las personas que sean culpables de delitos, hay personas en
Miami hoy en día, caminando las calles de Miami, que también han sido culpables de
delitos y que sin embargo, están caminando libremente. Y sabemos todos que existen
esas personas, que esas personas han estado implicadas en actos de terrorismo, y el
terrorismo es terrorismo, sea contra Cuba, sea contra Israel, sea contra los Estados
Unidos, el terrorismo debe ser castigado con integridad, y a veces me decepciona que
para ciertos elementos en Miami hay terrorismo sólo de una parte, pero no de la otra.
EG: Usted es un hombre con un alto coeficiente de inteligencia y un alto nivel
intelectual, eso nadie lo puede poner en duda, me extrañaría pensar que al menos usted no
ha escuchado o ha revisado o ha hecho alguna introspección, aunque no se halla leído el
expediente o el proceso judicial completo, con respecto a que esas personas vienen aquí
cuando se están cometiendo desde aquí —confesado en The New York Times por Posada
Carriles a Ann Louise Bardach— actos terroristas contra la población civil en Cuba, u
opiniones como Ramsey Clark, que es alguien muy respetado en el mundo judicial y
académico norteamericano, que se ha pronunciado sobre el tema. Si no tiene o si no
quiere profundizar, yo lo entiendo, pero ¿usted entiende también que aquí hay un tema
muy sensible también, en lo que respecta al caso de Los Cinco, con opiniones como la
que ya le mencioné de Ramsey Clark?
AC: A mi me parece, por ejemplo, que ha sido inhumano e injustificable, que a las
esposas de Los Cinco no se les permita ir a visitarlos. Estamos hablando ya de una
cuestión de humanidad. Me parece que es de una severidad incomprensible, y creo que es
un tema que podríamos abordar. Yo pienso que los testigos que aparecieron en ese juicio,
y que dijeron que Los Cinco no le habían hecho daño a la seguridad de los Estados
Unidos, estaban en lo cierto. O sea el general Wilhelm, el señor Richard Nuccio, a los
que conozco personalmente y cuyo juicio profesional yo respeto, ellos dijeron que Los
Cinco no le habían hecho daño a la seguridad de los Estados Unidos. Me parece también
difícil comprender por qué las condenas fueron tan severas.
EG: Muchísimas gracias, muchísimas gracias Alberto Coll por comparecer en esta
emisión de La Noche se Mueve.
AC: Ha sido un gran honor para mí estar con ustedes, y por supuesto, en cualquier
ocasión en que le pueda servir, con mucho gusto lo haré.
EG: Para nosotros sería también igual honor. Muchísimas gracias. El doctor Alberto
Coll, ex subsecretario de Defensa de los Estados Unidos, estuvo hoy en este programa,
brindando esta entrevista de forma excepcional.

Comments are closed.