Por Edmundo García
Miami amaneció hoy miércoles 25 de enero con su particular “primaria” Republicana. Se repiten en la radio los mensajes en español del candidato Newt Gingrich; y Mitt Romney, el otro candidato fuerte, está desde ayer en los medios asegurándose una imagen bien conservadora en este condado Miami Dade donde el 72% de los votantes Republicanos registrados son hispanos. Mitt Romney, que tiene el apoyo de Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln Diaz-Balart, hablará hoy en la tarde en la Torre de la Libertad del Downtown de Miami. Durante la mañana, Newt Gingrich lo hará en la Universidad Internacional de la Florida. El Rep. David Rivera, que apoya a Gingrich, preparó una jugada sensacional para presentarlo ante la derecha cubana de Miami: le trajo como lazarillo nada menos que al Rep. Dan Burton, autor junto a Jesse Helms de la llamada Ley Helms-Burton (Public Law 104-114. Marzo 12, 1996).
Dan Burton compareció anoche en un canal de TV local y reafirmó su posición anticubana. Negó que en algún momento suavizara su posición ante el bloqueo y aclaró que la presencia en la ley de alguna cuestión humanitaria y el poder presidencial para demorar la aplicación de otros puntos no obedecieron a su deseo, solamente fueron compromisos necesarios para obtener apoyo hacia la legislación anticubana. Por cierto que ayer, en el estudio de televisión en Miami un ridículo anuncio adornaba a Dan Burton como si fuera una vedette de farándula: “El hombre del embargo a Cuba”.
A quienes todavía niegan que la soberanía cubana es regularmente violada por la política norteamericana, les hubiera bastado para rectificar su error el debate de los precandidatos del Partido Republicano en Tampa el pasado lunes 23 de enero. Cada uno de los expositores tenía una política particular hacia Cuba, cada cual más dura, a instrumentar de inmediato si llegaran a la Casa Blanca. Todos menos el libertario Ron Paul que prefirió mantenerse en sus ideas sobre la amplitud de comercio y fin de la guerra fría, y criticó el embargo a la isla. Rick Santorum, Mitt Romney y Newt Gingrich compitieron entre ellos a ver quién parecía más cruel con Cuba. Se habló de todo: de cambiar el gobierno cubano en cuestión de meses repartiendo radios y teléfonos celulares, de agudizar el bloqueo y la implementación de la Ley Helms-Burton insistiendo en la extra territorialidad, de llevar a juicio a los dirigentes de la revolución. Incluso Gingrich se destacó prometiendo que, sin importarle el respeto a la soberanía cubana, autorizaría acciones encubiertas contra Cuba; algo risible, como si Gingrich no supiera que ese tipo de acciones jamás se han dejado de realizar. Yo no sé si ellos mismos se lo creyeron; pero sí sé que en Miami mucha gente se dio cuenta de que se trataba de un paripé electoral falso y ostentoso.
Cada vez que vienen a Miami repiten lo que otros les aseguran que en Miami quieren escuchar. Pero cuidado, que Miami ha cambiado y le molesta que le tiren esas carnadas para bobos. Lo demostraron las protestas del pasado año ante el intento de Mario Diaz-Balart de limitar los viajes y el envío de remesas a Cuba. Todo el mundo sabe aquí que si en noviembre gana algún candidato Republicano y lleva la política hacia Cuba hasta el punto en que la tenía George W. Bush, el amigo en la Casa Blanca de los Diaz-Balart y los extremistas de Miami, el pueblo cubano y su Revolución seguirán tranquilamente su rumbo y su proceso de reformas resumido en los Lineamientos del VI Congreso. Cuba está fuera de peligro. Cuba no depende de lo que haga el inquilino de la Casa Blanca. Los que de verdad la tendrían muy mal serán los cubanos residentes en el sur de la Florida y en EEUU en general. Todos los días se repite en Miami, lo repiten ellos mismos: Si Gingrich gana cierra los viajes. Si Romney gana corta las remesas. Y no lo duden, con toda seguridad lo harán. La derecha no es compasiva, la derecha alardea precisamente de no tener sentimientos, la derecha impone a los otros un concepto restringido de familia que nada tiene que ver con los valores de la comunidad cubana. Cuidado: el aguaje está en marcha; la venganza se cocina en almuerzos protocolares y esquinas politiqueras.
A los cubanos de Miami no les queda otra: la cosa es con Obama o sin Obama. Con Obama hay un camino abierto a un segundo período con mejores expectativas; sin Obama no habría ni siquiera esperanza, solo un regreso a las políticas retrógradas de Bush y a las marchitas promesas de hace 53 años que fantasean con una vuelta a San Nicolás del Peladero; un retroceso que por supuesto nunca se producirá.