Edmundo García
Hay un solo proceso histórico desde el inicio de nuestras guerras de independencia hasta el triunfo revolucionario de enero de 1959. Y desde enero de 1959 hasta hoy. La misma revolución confrontada por el mismo enemigo. Enemigo que compra traidores y anexionistas de semejante precio; aunque en una época se especialicen en poner bombas y en otras en difamar y sepultar la historia.
Hace hoy 37 años, el 6 de octubre de 1976, el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación fue interrumpido por una explosión en el aire cuando apenas había despegado de Barbados con destino a Jamaica. Murieron sus 73 pasajeros, luego de 15 minutos de heroico esfuerzo de la tripulación.
Más de un millón de cubanos asistió el 15 de octubre de ese 1976 a la Plaza de la Revolución a despedir a las víctimas. Ni siquiera los que éramos muy jóvenes hemos olvidado aquel momento, el toque de silencio y la voz de Fidel por los altavoces llamando a la unidad y explicando que ya Cuba sabía quienes habían sido los autores del crimen.
Bajo la lupa de la CIA, con Freddy Lugo y Hernán Ricardo como asesinos materiales, fueron los terroristas Orlando Bosch y Luis Posada Carriles los responsables. Bosch y Posada Carriles representan lo peor de Miami; lo más nefasto de esta ciudad que se ha convertido en refugio de políticos corruptos y cómplices de las dictaduras derechistas latinoamericanas.
Orlando Bosch murió en Miami sin pagar sus crímenes; libre por intermediación de la congresista Ileana Ros-Lehtinen. Meses antes de su fallecimiento era homenajeado en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) de la Universidad de Miami y presentaba sus llamadas memorias con gran fanfarria entre los extremistas de la derecha cubanoamericana.
Luis Posada Carriles todavía vive en Miami. Sus amigos terroristas le hacen fiestas en fincas, visita los restaurantes cubanos de Coral Way y la calle 8, el Alcalde de Hialeah le entrega las llaves de la ciudad, asiste a marchas de apoyo a las Damas de Blanco y a conferencias en el mismo centro universitario donde fue homenajeado su cómplice Orlando Bosch. La última conferencia que Luis Posada Carriles disfrutó en la Universidad de Miami fue la ofrecida por el llamado opositor Guillermo Fariñas, con el que hasta se hizo una foto.
Cualquier ingenuo puede pensar que Fariñas y Posada Carriles son contrarrevolucionarios de diferente tipo. Así los han querido vender. Fariñas estaría por la paz, por un derrocamiento de la revolución cubana mediante el diálogo, mientras que Posada Carriles estaría por derribar aeronaves civiles y poner bombas en hoteles; como la que cobró la vida del joven italiano Fabio di Celmo. Pero ambos, Guillermo Fariñas y Luis Posada Carriles, son y se reconocen entre ellos mismos como piezas de un solo plan: el derrocamiento de la revolución cubana.
La historia de Cuba es la historia del enfrentamiento a esos lacayos. Las conquistas del pueblo cubano tienen doble mérito porque se han conseguido bajo la amenaza y la agresión de personajes como esos. Para cometer sus crímenes han contado con el apoyo o el silencio cómplice de aquellos que debían impedirle actuar contra las propias leyes norteamericanas.
Han tenido también la protección de una prensa que les ha celebrado como militantes anticastristas y como luchadores por la libertad. Contra toda esa componenda ha tenido que luchar la revolución cubana, dentro y también fuera de la isla; como hicieron los cinco héroes antiterroristas cubanos, condenados injustamente por una corte en Miami. En la misma ciudad donde han actuado libremente terroristas como Orlando Bosch y Luis Posada Carriles; autores del horrible crimen que hoy cumple 37 años y que todo el pueblo cubano recuerda con las banderas a media asta en las instituciones del país.
Esta es la realidad y esta es la historia. Por eso es inexplicable que esta misma semana el Miami Dade College, que bajo la presidencia de Eduardo Padrón se ha dado a la costumbre de entregar medallas a cuanto contrarrevolucionario y derechista pase por el sur de la Florida, haya prestado sus instalaciones y su nombre a un llamado encuentro sobre la memoria, la verdad y la reconciliación en Cuba, que partía del falso presupuesto de que existía alguna historia de la que no se ha hablado en Cuba, que habrían algunos hechos de los que en Cuba no se ha querido comentar. ¿Cuáles son esos procesos sociales que Cuba les habría prohibido investigar a sus historiadores y leer al pueblo? ¿Dónde está el muro cubano, el campo de concentración, la lista de desaparecidos, el archivo cerrado por Cuba?
En ese engañoso evento del que les hablo participaron el empresario Carlos Saladrigas y la cubanóloga Marifeli Perez Stable. Yo pregunto: ¿Cómo Saladrigas puede decir que no hay reconciliación ni verdad en Cuba cuando el propio Saladrigas (con acompañantes) ha viajado, disertado y tratado sin problemas en la isla a funcionarios, miembros de la iglesia y de la llamada oposición? ¿Cómo va a decir Marifeli Pérez-Stable que debe haber reconciliación en el “futuro” cuando desde hace treinta años Marifeli está viajando y relacionándose con personas que viven dentro de la isla? ¿Ellos quieren llenar los “vacíos” de la historia de Cuba o imponer una historia distinta donde Posada Carriles, Orlando Bosch y Guillermo Fariñas sean los héroes?
Pero en ese llamado encuentro por la reconciliación, además de unos profesores alemanes traídos a Miami para que hicieran otro de esos paralelos infundados entre la experiencia histórica cubana y la de otros países, en este caso de la RDA, también invitaron a Dagoberto Valdés, que no es solo otro bloguero mitómano sino un personaje del que se ha corroborado con pruebas irrefutables que está pagado por servicios extranjeros. Un oportunista que hizo fama utilizando la influencia de la Iglesia Católica en Pinar del Río y que comparte jefes e instrucciones con Yoani Sánchez y Guillermo Fariñas. Ese a quienes los lectores pueden ver en la foto junto a Luis Posada Carriles, el terrorista que hace hoy 37 años enlutó al pueblo cubano realizando, junto a Orlando Bosch, el salvaje atentado contra el avión de Cubana.