Por Edmundo García

 

Se está volviendo un hábito en Miami que en el más discreto horario de la noche, en Radio Mambí, los invitados del locutor Armando Pérez Roura hagan confesiones inesperadas. El martes 17, la pasada semana, se produjo el torpe encuentro de la ex Presidenta de Panamá Mireya Moscoso con sus indultados, frente a los que aseguró con soberbia que si hacía falta los indultaba otra vez. Hoy lunes 23 de enero apareció otro ex, me refiero al una vez congresista Lincoln Diaz-Balart, quien le aseguró a un oyente que en la época en que tenían un amigo en La Casa Blanca, Ileana Ros-Lehtinen, Mario Diaz-Balart y él mismo jamás se olvidaron de Eduardo Arocena.

 

De su indulto, fue lo que quiso decir. Lo que sucedió es que el historial penal de Arocena es tan bárbaro, que ni siquiera George W. Bush, el poderoso amigo, se atrevió a indultarlo. Lincoln Diaz-Balart había concurrido al programa “Mesa Redonda” de Armando Pérez Roura para hacer campaña a favor de Mitt Romney, pero a la larga el objetivo quedó opacado por la confirmación pública de la política regular de estos legisladores del sur de la Florida a favor de personas implicadas en hechos de violencia contra Cuba y sus dirigentes. Lo reconocen ellos mismos.

 

El caso de Eduardo Arocena se disparó en Miami tras conocerse el deterioro de su salud. Su esposa Miriam Arocena, quien finalmente lo pudo ver en la cárcel de Indiana, dijo que afronta las consecuencias de una apoplejía. En lo personal puedo entender sus preocupaciones, igual que puedo entender su disgusto por no recibir suficiente apoyo de quienes supuestamente deberían dárselo. Pero eso no me impide ver que Arocena sí es culpable de crímenes muy graves contra la vida de otras personas y contra leyes federales de los Estados Unidos.

 

Eduardo Arocena fue sentenciado a dos cadenas perpetuas el 22 de septiembre de 1984, pena que empezó a cumplir el 9 de noviembre de ese mismo año. Fue fiscal en su causa Rudy Giuliani, un abogado tenido por recto en el ejercicio de su profesión. Hasta sus partidarios reconocen que Arocena quiso atentar contra la vida del embajador de Cuba ante Naciones Unidas Raúl Roa Kourí y dañó propiedades con el uso de explosivos. Arocena mintió ante un Gran Jurado, fue encontrado culpable de 25 cargos que incluyen el asesinato del diplomático Félix García Rodríguez. Durante el proceso Arocena confesó que había participado en la introducción del dengue en Cuba, enfermedad que causó la muerte a 120 niños y otros mayores.

 

Algunos de los cómplices de Eduardo Arocena andan sueltos por Miami. Libres y muy activos. Varios son conocidos, como Luis Posada Carriles, Pedro Remón, Ramón Saúl Sánchez y otros miembros de la organización violenta Omega 7. Curiosa continuidad. A veces pienso que en verdad no hay demasiada sorpresa en las palabras de Lincoln Diaz-Balart. El, junto a Ileana Ros-Lehtinen y Mario Diaz-Balart pidieron a la ex Presidenta Mireya Moscoso el indulto de los terroristas condenados por la justicia panameña, ahora sabemos que también pidieron a Bush el indulto de Eduardo Arocena. Se me ocurre que si se les diera la oportunidad de poner a Mitt Romney en La Casa Blanca, le pedirían al nuevo amigo el indulto de cuanto terrorista anticubano quedara preso para la fecha.

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